Otra familia okupa dice que La Corrala utiliza a la gente necesitada

La ocupación capitaneada por La Corrala Utopía al socaire del movimiento 15-M está desvelando a través de varios testimonios que su interés no es procurar casas para personas sin recursos sino «manipular a las personas con fines políticos y utilizar a los niños para dar pena», dicen Juan José y Vanessa que con 27 y 33 años, respectivamente, tuvieron que meterse en uno de esos 36 pisos repartidos en cuatro bloques un día de mayo de 2012 porque la renta de la casa de Emvisesa que habitaban pasó de 260 euros a 480.

En paro los dos, con tres hijos y echando una mano en una frutería a cambio de comida, un día un cliente les recomendó que fueran al punto de información del 15-M porque tenía entendido que ayudaban a la gente en su situación. No tardaron un minuto en hacerlo y así, entraron en La Corrala.

Relatan que, al principio, todo parecía que iba bien e incluso Juan José se prestaba a hacer tareas de mantenimiento en los bloques. Pero cuando la «cúpula vio que yo empecé a buscarme la vida fuera para conseguir comida o trabajo porque allí no se repartían la comida ni el dinero de la acampada como se cree, la cosa cambió».

Ambos llaman la «cúpula» a un grupo formado por «Inma, Elena Contreras, Enrique Carmona, María y también, aunque en menor medida, Montse y Mabel».

«Ellos van a los pisos de vez en cuando —afirman— , ellos no comen, duermen y se lavan allí como nosotros. Además, tenían dinero para irse a los bares de la Alameda y ponerse ropita moderna y marcharse de viaje. Allí no se hacía nada que ellos no quisieran aunque se votaran en las asambleas de cada domingo por mayoría que, en vez de reuniones parecía la guerra. Me acuerdo cuando yo dije un día que fuesemos a la Junta a pedir ayuda ya que habíamos ido al Defensor del Pueblo y al Ayuntamiento y se pusieron como una fiera: ¡A la Junta no, a la Junta, no!».

Otro ejemplo de los muchos que cita el matrimonio es la negativa a darle a Ibercaja la documentación para llegar a un acuerdo con todos y ayudarnos.

Aparte de hechos concretos, Juan José yVanessa intentan explicar el ambiente que se respiraba en La Corrala: la sensación de estar controlado, manipulado «como si fuese una secta he llegado yo a pensar, algo que no se siente y no se puede.. no sé... muy raro», dice ella.

«Es que todo es un fraude —tercia el marido— porque utilizan a los necesitados y cuando ven que actuamos por nosotros mismos nos roban antes de irnos».

Se refiere a que el día en que decidieron marcharse, el pasado mes de junio, cuando llegaron a su casa nueva —la propiedad se las ha alquilado por 150 euros al mes— echaron en falta un portátil, cuya sustracción han denunciado a la Policía y, seguidamente, desembalando cajas, más efectos personales «aunque ellos dicen que he sido yo el que me he llevado cables de allí».

Como esta pareja, el pasado mes de marzo, Mercedes Lladanosa, denunciaba a ABC que la «usaron para dar pena y hacer política» y que la «obligaban a manifestarse contra el Ayuntamiento si quería mantener el piso».

Otras familias que ocupaban pisos en la corrala han podido negociar por su cuenta con Ibercaja realojos con alquileres sociales. Todo ello desmonta «Utopía», mientras los okupas que quedan y sus dirigentes volvían a manifestarse ayer coincidiendo con otro pleno municipal.

Actualmente, señalan que entre las familias que quedan en los pisos al que verdaderamente está necesitada es una mujer que se llama Raquel y que está sola con cuatro hijos a su cargo.