La zona franca fluvial de Sevilla, claves e incógnitas

La entrada de mercancías en una zona franca no da lugar a la presentación de una declaración aduanera en términos generales. Si las mercancias no son comunitarias, el tiempo que permanecen allí no estarán sometidas a derecho de importación; si son comunitarias agrícolas se beneficiarán de medidas relacionadas con la exportación que incluyen poder obtener el cobro anticipado de las restituciones a la exportación. Además, en el tiempo que permanezcan en el recinto las empresas no pagan IVA por ese material.

En las zonas francas se puede realizar cualquier actividad industrial, comercial o de prestación de servicios si lo autoriza Aduanas. Mientras, en un depósito franco sólo se almacena mercancia, en la zona franca se pueden realizar transformaciones y manipulaciones e incluso preparar el producto para su distribución.

Las empresas que estén interesadas deben contar con la autorización previa del consorcio de la zona franca, a cuyo comité ejecutivo deben presentar un proyecto para obtener la concesión y conseguir ser admitido como operador autorizado. Además hay que tener en cuenta que ingresar en una zona franca supone a la empresa supone unos gastos, entre ellos el de contribuir al mantenimiento, pagar una concesión al puerto....

Está por definir por el futuro consorcio, en el que participan, empresas, Cámara de Comercio, Puerto y Ayuntamiento, que, si sigue el funcionamiento de las zonas francas existentes, compartirán gastos e inversiones. Entre estas inversiones está por definir cómo se va a sufragar el vallado o la urbanización del espacio donde se implantarán las nuevas empresas.