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El Tratado de Versalles de 1919

Las semillas de la catástrofe

La destrucción de la legitimidad milenaria dejó el camino abierto a los demagogos

Las semillas de la catástrofe abc

ramón pérez-maura

Ernest Gombrich citaba en su «A Little History of the World» (Yale University Press, Londres, 2008) a un monje budista que se hacía una pregunta sin fácil respuesta: ¿Por qué si alguien dice que él es el hombre más listo, el más fuerte el más ... valiente o el más dotado se piensa de él que es ridículo, pero si dice lo mismo de su pueblo - «somos los más listos, los más fuertes, los más valientes y los más dotados» es aclamado por buena parte de sus paisanos que lo definen como un patriota? Pues no hay nada de patriotismo en ello. Se puede sentir pasión por la patria sin necesidad de insistir en que el resto de los habitantes del mundo son peores. Pero como ese sentimiento estúpido se fue asentando, la amenaza a la paz fue creciendo. Y cuando la crisis económica condenó a ingentes números de personas al paro, la guerra se convirtió en el remedio más simple. Los desempleados serían soldados o trabajarían en la industria de armamento y así los odiosos tratados de Versalles y Saint Germain serían eliminados.

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