Una española afincada en Alemania explica lo que vivió en su cena de empresa de Navidad: «Fue todo raro, raro, raro...»
Alba acudió por segunda vez a uno de estos eventos tan típicos en estas fechas
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Barcelona
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Iniciar sesiónNadie duda de que estamos ante unas semanas plagadas de tradiciones. La Navidad acarrea un sinfín de rituales que se repiten año tras año: encuentros familiares, recetas especiales y comilonas por todo lo alto, compras (también de lotería) de última hora, postales para ... celebrar la Navidad, comprar una flor de Pascua para casa y regalar la planta de la suerte a los allegados, degustar una pieza de chocolate cada día gracias al calendario de adviento...
A este listado de tareas hay que sumarle la apretujada agenda por cumplir con todo y aprovechar estas fechas para ver a ese amigo que vive lejos y que vuelve a casa por Navidad o para ir a visitar a la tía abuela que está a la residencia. Al listado de citas hay que añadirle otro clásico que es la comida o cena con los compañeros de trabajo, que no todos afrontan de la misma manera.
Y es que hay quien aborrece esta tradición pero también los que esperan con ansias el gran día. Organizados o no por la empresa (y pagados o no por la empresa), se trata de un evento que da mucho que hablar. ¿Se trata de una cuestión puramente española? Una tiktoker española residente en Alemania acaba de desvelar qué ha vivido ella allá.
Para empezar, a las 18.30 horas...
La protagonista de esta historia es Alba Martínez, que en su cuenta @lasaventurasdealba (con más de 10.000 seguidores) suele mostrar su día a día como profesora de Primaria en un colegio alemán. En el vídeo en cuestión, subido hace dos días, detalla cómo vivió su segunda cena de empresa en Alemania y avisa, ya solo al empezarlo, que «fue todo raro, raro, raro...».
«Para empezar quedamos a cenar en un italiano porque aquí o cenas italiano o cenas kebab. Y quedamos para cenar a las 18.30 horas», explica ella, antes de comentar otro de los aspectos que más le chocó. «Sentí que la gente que se llevaba bien no se sentó junta. Se sentaron todos de forma muy aleatoria. Y a mi me tocó al lado de mi jefa», dice con tono dramático y explicando que entonces pensó que se iba a dar cuenta de que no hablaba alemán. «Lo pasé muy mal...», comenta.
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Además, Alba resalta que las tres mesas que llenaron sus compañeros hablaban muy alto y a ella le costaba mucho entender a la gente y que además estuvieron hablando de política «y de cosas que no me interesan para nada». Sobre la cena también menciona que le tuvieron que repetir la pizza y que «estaba malísima».
«Ahora vamos con lo divertido del asunto», avisa entre risas antes de explicar lo que seguramente es más curioso de la cena. Los organizadores hicieron llevar a cada asistente un regalo para participar en lo que podía parecer una especie de amigo invisible. Las condiciones, sin embargo, fueron curiosas: «tuvimos de llevar un regalo de casa que no usáramos, feo, divertido, cosas random y tonterías varias ¿La gente llevo cada truño...!», explica, antes de confesar que ella, como mínimo, trajo algo útil. «El peor me tocó a mi», incide mostrando una especie de candelabro.
Lo más surrealista, quizás, fue el reparto de regalos, ni al azar ni con papelitos. Quedaron en un saco y al final de la noche se repartieron entre todos y uno a uno lo fue abriendo y mostrando al resto para ver «cómo estaba el mercado». «Luego daban un dado y cada uno de nosotros lo tenía que tirar: si te tocaba un dos el regalo giraba a tu izquierda y si te tocaba un tres, hacia la derecha».
Las condiciones del juego siguen. «Si te tocaba un 5 o un 6 podías escoger cambiar tu regalo por algo de cualquier de las tres mesas», añade. A ella le tocó un bolso playero, «que seguro que habían comprado en la playa de Mallorca» y como le tocó un 6 decidió cambiarlo por un objeto, cuyas funciones no están claras. Pero de tato rotar los regalos tampoco le tocó. Sin embargo, al final Alba, super emocionada, acabó recopilando tres regalos de personas que no sabían la utilidad de los suyos y que no los querían. Ella, sin embargo, tampoco sabe explicar la función de sus 'pongos'.
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