Un soltero, a punto de darse la vuelta y dejar plantada a su cita de 'First Dates' al conocerla: «Atractivo cero»

Ana, «una mujer explosiva, romántica, dulce y apasionada en el sexo», y como tal, buscaba a alguien que la tratase «con cariño, pasión y deseo». «Me gustan los hombres que me dan mucha caña en la cama. Me fijo en que sea cachondo y ardiente», acotó la soltera durante su presentación. Y para demostrar que era una persona de acción y no solo de palabras, le llevó a su cita un regalo de lo más picante: un sujetador negro de encaje.

Agus, la cita de Ana, se presentó a la cita en 'First Dates' «elegante de arriba pero informal de abajo». O lo que es lo mismo, con chaqueta y pantalones cortos. Como él mismo afirmó a su llegada, no tiene ningún tipo de vergüenza ni miedo. «Me gusta gustar, soy provocativo, soy de bromas y picantillo».

Antes de conocer a Ana, Agus abría el regalo que le había dejado. Y se llevaba una grata sorpresa. «La lencería me gusta, me da la sensación que es una persona muy sexual, lanzada y me gusta». Sin embargo, toda las expectativas que se había creado se derrumbaron como un castillo de naipes nada más verla. «Mi primera idea ha sido darme la vuelta e irme, pero por educación he accedido a hacer la cita. No es mi tipo de mujer para nada», se lamentaba ante el equipo del programa. Tampoco a ella le entró por los ojos. No era su tipo de hombre.

El panorama no mejoró. Fueron incapaces de congeniar en ningún aspecto, haciendo que la incomodidad se acoplara a la velada como un tercer comensal.

Y para hacer más evidente la falta de complicidad, el programa transformó el restaurante en una pista de baile pretendiendo que dejándose llevar por la melodía lograron dejarse llevar. Pero sucedió todo lo contrario. En primer lugar, Agus frenó a Ana cuando lo intentó coger para bailar, alegando que ese tipo de música no se bailaba agarrados. Ni siquiera aguantó toda la canción. Antes de que acabara, paró, dejándola tirada en la pista. «Ponerme a bailar con una chica que me transmite incomodidad me ha costado mucho…», aseveraba.

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Solo les faltaba hablar de sexo para rematar la calamitosa cena. En ese terreno tampoco se pusieron de acuerdo. «Conforme iba conociendo a Ana era peor porque me daba cuenta de que no tenía nada en común con ella. Atractivo cero», volvía a declarar el soltero.

La decisión final fue la única vez en toda la noche en la que coincidieron en algo. Como era de esperar, ninguno quiso ni oír mencionar la posibilidad de tener una segunda cita.