Y no puede abonarla no porque no tenga patrimonio o pudiera tener recursos, sino porque la vivienda familiar, »la que mi padre y mi madre levantaron con tanto esfuerzo», según ella misma ha referido, está inquiokupa. Entró una persona como inquilina, con su contrato de alquiler, y dejó de pagar. Poco después se enteró de que había arrendado habitaciones a otras personas y que el que arrendatario inicial se había marchado, dejando allí a esos otros inkiocupas. Es decir, según 'El tiempo justo', un caso de «doble okupación».
Rosa María ha llevado el caso hasta los tribunales y se ha mostrado desesperada porque «nuevamente han parado el desahucio, porque no han mirado el expediente. Ellos mismos han reconocido que se han cumplido todos los plazos, que hoy era el día del desahucio, pero que no se ha respetado la ley y han paralizado el que por fin yo pueda entrar a mi casa». Lo más grave es lo que se apuntaba al comienzo, que ese dinero lo necesita para la residencia en la que está su padre: «Lo van a echar porque no puedo pagarla. Ahora afronto ese gasto por la ayuda de amigos y familiares, sino imposible».
Al escuchar sus palabras, ha hablado sin pelos en la lengua: «Te ha fallado el sistema…». «Sí, ha fallado el sistema. La sentencia es firme y está condenado a abandonar la vivienda, a pagar las deudas, las cósalas de abogados e incluso el mes de agosto, pero nada. Solo de verdad confío en que finalmente se haga justicia», ha terminado diciendo la afectada.
Rosa María ha compartido con la audiencia que lleva ya «dos años con ansiedad y estrés y la vida así es un calvario». Se pregunta además «cómo estará la casa cuando podamos entrar. Estaban todos los enseres de mis padres, con el trabajo que les costó», decía entre lágrimas justo a las puertas del inmueble, en El Escorial, Madrid.
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