No lo verás en televisión

La carrera de la rata

Lástima que el cine y la televisión no se atrevan todavía a ficcionar las vidas de fantasía de personajes como Josef Ajram o Amadeo Lladós

Sánchez Cogedor, a su regreso a España tras su paso por la cárcel en Irán

Lo entrevistaron en todas las radios y televisiones, y en todas salió encumbrado como un héroe. No es para menos: había pasado 15 meses en una prisión iraní sin acusación formal. Lo torturaron y sobrevivió con un ejercicio de estoicismo encomiable. ¿Quién podría, en esa ... situación, contrariar a una víctima con el trauma exudando por los poros de sus brazos tatuado? Nadie. Porque nada funciona mejor que el mito de la buena víctima. El pobre Santiago Sánchez Cogedor llegó a Irán en bicicleta y subido a un discurso como de coach de autoayuda y volvió a España en avión y diciendo lo mismo. Con la diferencia de que a su vuelta todos lo escucharon en las radios mientras presumía de haberse escapado de la carrera de la rata, que es como en los foros anarcoliberales llaman a cualquiera con un trabajo corriente y la aspiración de ser feliz sin dar lecciones al de enfrente. «No soy una oveja... Si todo el mundo va para un sitio, yo iré en dirección contraria. Yo tenía un trabajo fijo, yo estaba como la mayoría de las personas viviendo en la rueda del hámster, y decidí dejarlo todo y en el año 2018 me fui a Brasil y estuve trabajando en un orfanato y ese estilo de vida me abrió la mente y los ojos. No sé si lo pilláis, a lo mejor estoy hablando a otro nivel», dijo a los tertulianos de Cope.

El discurso de Sánchez Cogedor es la versión educada (lo políticamente correcto, dirían en esos mismos foros) que el «panza, panza, panza, mileurista, mileurista, mileurista» que dijo el pintamonas -en la segunda acepción de la RAE- de Amadeo Lladós, otro 'influencer' que presume de ser rico y aconseja cómo salirse de la carrera de la rata a jóvenes tiktokeros que le pagan para que les diga, en su fantasía de cero días cotizados, cómo ganar 3.000 euros al mes sin trabajar.

Lástima que el cine y la televisión no se atrevan todavía a ficcionar las vidas de fantasía de estos personajes -algunos como Josef Ajram salidos de la propia caja tonta- que encontraron en Youtube y demás «medios alternativos» una plataforma para contar su verdad, esa que, prometen, os hará libres y os permitirá, oh simples ratas, caminar sobre las aguas de este valle de lágrimas. Unas lágrimas, por supuesto, que son siempre del vecino tonto, ese que lee los medios y ve las televisión desde el sofá de su casa.

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