Emilio Aragón: «Tenía el 'no' a la televisión escrito en la frente»
El polifacético artista regresa al medio catorce años después con el programa ‘B.S.O’, que emitirá Movistar+
Para Emilio Aragón la vida no sería vida sin las melodías que la acompañan. Músico por encima de todo, el que fuera todo un icono en los 90 regresa a la televisión tras asegurar que no volvería a ponerse ante las cámaras. La pandemia, los ... consejos familiares y la insistencia de Movistar+, que prometió al artista absoluta libertad creativa, cambiaron sus planes y auspiciaron la vuelta de Aragón al medio con ‘B.S.O.’, un espacio musical que recorrerá las bandas sonoras que han acompañado al músico a lo largo de su vida y de la de sus invitados. El programa, que contará con ocho entregas, estrena el miércoles sus cuatro primeros episodios con Los Javis, Raphael, Belén Rueda y el futbolista Joaquín como invitados .
Creo que se ha apartado la atención de la música, las cadenas han puesto las miras en otros temas en los últimos años y el género ha quedado relegada a espacios más especializados. Es necesario que haya cadenas y plataformas que impulsen y cuiden la música como se merece y que permitan expresarse a los artistas.
Un poco sí, y prometo que no era mi intención generar tanta expectación. Sin embargo, me parece algo positivo porque quiero que el público vea ‘B.S.O’, en reconocimiento al increíble equipo que hay detrás. Hemos puesto muchísima energía en este proyecto, queríamos hacer algo bonito que emocionara y lo hemos conseguido con creces Profesionalmente, ‘B.S.O.’ ha sido una bendición, creo que nunca se ha hecho nada igual en televisión.
Di un paso al lado porque necesitaba centrarme en otros proyectos y fijar mi atención en ellos. Estar delante de las cámaras quita mucho tiempo y en los últimos años no lo tenía. Poner en marcha ‘B.S.O’ para Movistar fue una decisión tomada en plena pandemia y de la que estoy muy orgulloso. Tenía escrito el ‘no’ en la frente pero me lo he borrado, sobre todo gracias a los consejos de mi familia. Tengo 62 años, todavía me queda tiempo para hacer cosas, pero tampoco muchísimo. Reflexionar sobre la edad me proporcionó el impulso definitivo para tomar la decisión y no me arrepiento.
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