Arnau, ganador de 'MasterChef 9': «No lo cambiaría por el bote de 'Pasapalabra'. El premio gordo es la cocina»
El concursante catalán demostró su buena cabeza en la final contra Meri, vista por más de dos millones de espectadores (21,9%)
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Arnau, ganador de 'MasterChef 9'
En 'MasterChef' el apellido se pierde al entrar y no lo recuperas hasta que llegas a la final, como mínimo. Arnau París , de 32 años, lo consiguió en la noche del martes, larga como todas, cuando se impuso a la también ... barcelonesa Meri (24) en una de las finales con menos errores y, sin embargo, con poca incertidumbre sobre quién se coronaría campeón. Además, se cumplió la tradición y se mantiene la 'alternancia'.
ABC ha hablado con el vencedor de 'MasterChef 9' en una final vista por más de dos millones de espectadores , con un 21,9% de cuota . Sin duda serán más, cuando se contabilice el público en diferido del programa producido por Shine Iberia, que siempre alarga el postre.
¿Ya puedes explicar la grandeza de ese sueño cumplido? Nada más ganar, te faltaban las palabras. «No se puede explicar», decías.
Es que no se puede explicar. Te lo juro. Te podría pegar un rollo de dos horas y no me entenderías porque no me sabría expresar. Que una cosa con la que siempre sueñas se haga realidad, que es dedicar tu vida a una pasión, es algo mágico.
Es un cambio de vida enorme, puede que más aún para un vendedor de grifos.
Es muy grande, porque muchos dicen: me gustaría hacer esto, pero nunca lo hacen. Siempre hay excusas para no hacerlo por el trabajo, un hijo, lo que sea. 'MasterChef' ha sido un punto de inflexión para mí. Tío, ve, pilla tu pasión y estrújala hasta que no puedas más. Y en eso estoy. El cambio de vida es brutal, porque pasas de un horario y unos viajes a una vida totalmente abierta, con muchos proyectos, sin un sueldo ni nada pero con muchas ganas, que era lo importante.
Aunque no hubieras ganado, se ha visto que además de cocinero eres un vendedor de primera. Te habría abierto las puertas de muchas empresas importantes.
Pues igual sí. Al final todos vendemos todo el día. Uno tiene que aprovechar las habilidades que tiene. Yo tengo labia, pues voy a ser vendedor. Aparte, me flipa. Me gusta mucho el mundo de la venta.
Este programa se gana con la cabeza. Tienes que cocinar, pero debes estar centrado, frío y con los pies en el suelo. Es un concurso muy mental»
El impulso profesional es incomparable, pero queda mucho trabajo. ¿Cambiarías esta victoria por llevarte el bote en 'Pasapalabra', que es más dinero, o por un billete de lotería premiado?
No, no lo cambiaría. Es más, cuando me hablaron de premio, lo primero que pregunté fue por la Basque Culinary Center . Tuvo que venir mi novia y decirme: «¿tío, y la pasta?». Te lo juro. El premio gordo es la cocina. La pasta ya vendrá. Si haces con pasión y con ganas algo que te mola, el dinero ya vendrá. No voy a renunciar al premio, pero el gordo es ir a la Basque.
Eras el más cerebral de los participantes, aunque también te emocionaste unas pocas veces, pero tu triunfo prueba que la cabeza es tan importante como el corazón.
Este programa se gana con la cabeza, de verdad. Tienes que cocinar, pero debes estar centrado, frío y con los pies en el suelo. Es un concurso muy mental.
Han sido muchas semanas de estudio y de un trabajo muy intenso que la gente no ve. ¿Cuántas horas le has echado?
No lo sé ni decir porque era constante. Piensa que vives por y para la cocina. Muchas veces, antes de ir al programa, yo me acostaba viendo en Youtube vídeos de cocina. Era una distracción, pero no dejas de aprender. Igual era abrir un libro de cocina en un rato libre. Para mí no es estudio, es disfrute. Lo hago por inquietud. No era como cuando tenía que estudiar las capitales de Europa en el colegio. Te gusta y aprendes.
¿Te ves logrando una estrella Michelin? ¿Tienes algún límite? «Si gana va a subir al estrellato», decía tu padre.
Mi padre tiene mucha fe en mí y me gusta. Ojalá. Al final es el máximo reconocimiento, pero para mí lo importante es hacer lo que quiero. A día de hoy, ya he arrancado una oferta gastronómica en La Masía, en Lérida, con lo que me siento cómodo. Así lo puedo transmitir y la gente se engancha. La estrella, ¿por qué no? Pero es un recorrido a largo plazo.
Cuenta algo más del proyecto en La Masía.
En casa somos productores de aceite y vino. Hace cinco años arranqué también un negocio de turismo rural y el año pasado, junto con un chef, estamos haciendo jornadas gastronómicas en el molino . Lo guay es que la gente venía a cenar donde suceden las cosas. Yo hablo mucho de proximidad y qué más 'kilómetro cero' que cenar en un sitio donde hacemos un aceite de oliva virgen extra ecológico, con unos vinos ecológicos, donde trabajamos con productores locales. ¿Qué puede ser más sincero que esto?
La prueba más difícil parece la de seguir al chef, más que la final. ¿Es tan angustiosa o el montaje televisivo hace que parezca todavía peor?
Es una prueba muy intensa. Lo único es que ahí prevalece tener orden. Lo tuve clarísimo. Marca el éxito o el fracaso. Me organicé lo mejor que supe: producto organizado, cacharros y limpieza. Eso me dio la clave.
Hasta qué punto es importante crearte un pequeño personaje. Tú eras el maquinador. O jugabas a eso.
Al final eres consciente de que está la cocina y también tienes que ser tú y ser divertido. A veces vendes y es parte de la gracia. Yo puedo cocinar y hacerlo bien, pero también puedo ser divertido.
Si fuéramos 15 tíos callados picando cebolla perfecto, igual el programa sería más rollo»
Arnau
Aunque luego te resistías un poco a la parte de reality.
Yo soy un enamorado de la cocina y entré en 'MasterChef' para cocinar. Eso no quita que haya que distraer y parte del 'talent show' es que la gente te pueda conocer. Si fuéramos 15 tíos callados picando cebolla perfecto, igual el programa sería más rollo. La gracia es que cada uno tiene su personalidad. Con uno te peleas, con otro te quieres, con otro te lías, te picas, lo que sea. Y es guay. Cocino y también me lo pasa bien, y la gente se lo pasa bien viéndome.
¿Que sorprende más por dentro respecto a lo que se ve en televisión?
Cuando lo veía como espectador desde mi casa, pensaba: que fácil es esto, cómo no lo saca en una hora, pero qué cazurro. Luego, cuando lo sufres tú, la película es otra. Con los nervios, la presión, la tensión, las cámaras, los jueces... el chute de adrenalina es otro y tienes que salir como sea.
En todos los concursos hay momentos en los que influye el azar o puede haber pequeñas injusticias que te manden a casa.
Un mal día lo podemos tener todos y lo tenemos, porque somos humanos. Hay días que te levantas a tope y otros que te levantas hundido y eso es humano. El tema es intentar ser lo más estable posible. Hay que sacar el servicio. Si no le pones ganas, no vayas, tío. Ya no en una cocina, sino para irte a tomar unas cañas. Y dejas espacio a la gente que realmente quiere. Hay un componente de azar, pero lo más importante es la actitud.
Entre vosotros enseguida sabíais cuáles eran los más fuertes, ¿verdad?
Hablar de fuertes y flojos me da mucha pereza porque al final te sorprenden, pero es verdad que hay gente con más y menos edad, con más y menos madurez y con más y menos actitud. Esto, si hiciéramos un patrón y una proyección, nos darían valores que nos ayudarían a llegar más o menos lejos. Pero insisto, hay días que están en el aire. Si tienes actitud pero te ponen a cocinar una lamprea que no has tocado en tu vida, es fácil que hagas un desastre.
Eres el 'rey del foso' y quizá fue una suerte, aunque fuera más duro.
No me arrepiento de ningún foso. Si lo volviera a vivir, querría vivirlo igual, aunque me costó nervios, tensión, adelgazar… Es la única forma. Si no bajas al barro, nunca te vas a curtir. Los fosos significan pruebas al límite de ti mismo, más cocinado y sobre todo resiliencia. Salgo de una prueba por equipos que me han pintado la cara y mañana tengo que estar a tope para sacar un plato que no sé cómo es. Eso de levantarte constantemente para hacer diez fosos es lo que me ha dado la capacidad de ganar.
Hasta para dosificar y aguantar hasta el momento justo tu historia personal has sabido medirte bien. ¿Estaba pensado?
La verdad es que yo fui a cocinar y no a contar mi vida, pero llega un momento en que mi vida también es parte de 'MasterChef'. Eres finalista y van tus padres. Tu actitud en cocina y de vida viene marcada por la gente que tienes alrededor, en parte. Ese reconocimiento era importante y vital. Mi actitud no es gratuita. Pepe, el juez, me lo decía: eres como el Alcoyano, que va perdiendo 8-0 y todavía quieres ganar. ¿Por qué no? Tienes que ser así. El cáncer de mis padres, uno detrás de otro... Mi madre se levantaba y decía: se puede con esto. Pues en el foso igual. Lo voy a dar todo. Aunque me pongan la prueba más difícil.
La confianza en uno mismo también es importantísima.
Sí, y eso te lo sacan los fosos. A pesar de que hagas una mierda de plato, que al día siguiente estés a tope. Eso es lo importante. Porque cocinar puedes cocinar bien, mal o regular, pero aunque te salga un churro, que te levantes dispuesto a petarlo.
Habría algún momento de debilidad.
Tienes muchos. En el programa 5 me vine abajo, pero fue el punto de inflexión para reaccionar. Hice dos cocinados terribles, que casi me voy a mi casa, pero al final, pude ser finalista y ganador.
En casa llevo semanas diciendo que ibas a ganar, pero el público femenino decía que eres demasiado prepotente.
Sí, lo entiendo, que esta actitud pueda parecer prepotente. Y a veces también lo he forzado. Jordi te dice: ponle aceite, pero es mi plato y lo acabo yo como quiera. Entiendo que pueda parecer chulo, pero para mí es más auténtico. Yo defiendo lo mío.
¿Cuánto te juegas en la final? Porque tu vida ya estaba reconducida.
En la final te lo juegas todo. Cuando llegas a finalista, el cambio ya está hecho porque 'MasterChef' te enfoca, y cuando eres duelista ya sabes que vas a la Basque, pero es muy importante. Sales con un proyecto en firme que es la gastronomía.
Tu secreto también ha sido no conformarte. Otros parecían más complacidos con lo obtenido.
Nunca. Voy a la Basque igual, pero si voy con 100.000 pavos, mucho mejor.
¿Tienes algún cocinero como referente?
Mis referencias son mis abuelas y Dabiz Muñoz, que son la noche y el día, la tradición y la vanguardia.
Justo antes del veredicto, le dices a Meri: «¡Cómo se ven las cosas desde aquí!». ¿Cómo se veían?
Es verlo desde el otro lado de la trinchera. Eso fue. Fue ver todo lo que hemos sufrido y vivido, ¡pam!, desde la tarima. Un mismo lugar, solo por darte la vuelta te cambia la perspectiva cien por cien.
Esta semana, por cierto, la carta del Restaurante MasterChef , en Madrid, incluirá el plato 'Bosque' , que Arnau hizo en la final, y la semana que viene ya estará a la venta su libro de recetas , otro de los premios por haber ganado el concurso.
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