Antonio Jiménez, director de 'El cascabel': «Hay que dar la batalla ideológica desde la televisión»

—¿Cómo se logra resistir?

—La clave es que después de diez años mantenemos las esencias:hacer un programa informativo, de análisis, de opinión, en la misma línea de lo que siempre había triunfado en la radio. Conseguimos que esa idea cuajara. Pero lo más importante para aguantar tanto tiempo es una audiencia muy fiel.

—En tiempos de Tiktok, donde hasta la información se consume en segundos, ¿qué aporta un programa de análisis?

—Ahora los cursis hablan de sociedad líquida, donde todo es relativo, y por eso creo que es bueno que haya gente que todavía valore el sosiego y el análisis. Son aquellos que han vivido la Transición, que sienten la necesidad de conservar todo lo bueno que trajo desde el punto de vista democrático, de las libertades, del progreso bien entendido, que es el bienestar de la sociedad. Ellos son los que realmente valoran el poder contrastar sus propias ideas, que en la mayoría de los casos coincide con la línea editorial del programa, y también porque necesitan esa dosis de información y de debate sosegado cada día, porque lo que hay al otro lado del panorama mediático a ciertas edades no gusta.

—¿Y eso?

—Hay demasiado ruido, demasiado estrépito y poco fondo.

—También hay ruido en el Parlamento...

—Sí, y por eso nosotros profundizamos más, para hacer un análisis de las consecuencias de lo que se legisla. Como se ha visto por ejemplo con la ley del solo sí o sí, que nosotros avisamos del efecto perverso que tendría.

—¿Cree que la batalla cultural puede también darse desde la televisión?

—Sí. Hay que plantear y dar esa batalla ideológica y cultural que a veces se había rechazado en televisión por aquello de pensar que podía dar lugar a momentos muy espesos. Porque este es un medio que siempre se ha singularizado por ser muy liviano en cuanto a sus contenidos. Pero yo creo que el debate requiere es que de vez en cuando entremos en el fondo de las cosas. Y hay situaciones que merecen también el análisis y la reflexión, desde la ley de eutanasia, la última reforma de la ley del aborto o la ley trans, Son debates culturales e ideológicos que necesitamos que se den.

—¿Cuál es el momento más duro que ha vivido en directo en estos diez años?

—Los que vivimos casi en directo, como el accidente de Angrois, la noche de terror en París del Bataclán...

—Después de tanto tiempo, con tantas tablas, ¿se pasan los nervios del directo?

—Como decía el maestro Manolo Martín Ferrand, si uno se pone delante de un micrófono y lo hace sin la conciencia y la reflexión debida, se corre el riesgo de hacer el ridículo. La mejor forma de afrontar siempre un programa es estar preparado. No pensar que ya lo tienes todo hecho y que después de tantos años esto es coser y cantar. Porque la mejor improvisación es aquella que te has preparado y sabes perfectamente lo que dices y por qué lo cuentas.

—Si mira hacia el futuro... ¿Dentro de diez años estará celebrando las dos décadas de ‘El cascabel’ en antena?

—Este tipo de programas son necesarios, convenientes y oportunos. Que haya una televisión que permita seguir la actualidad, con esa dosis de análisis y de opinión y sin estrépitos ni ruidos añadidos… Eso lo va a agradecer siempre la audiencia y por eso tenemos un millón y medio de espectadores que todos los días se asoman a vernos y de los que al menos se quedan 300.000 o 350.000.