Agustín Jiménez, el famoso al que nadie conoce

Pablo Motos no fue consciente de que le había cambiado el apellido al cómico durante la presentación hasta que el propio actor se lo dijo cuando, precisamente, le preguntaba por la tendencia de la gente a olvidar su nombre. De hecho, el programa tenía preparados varios vídeos colgados por Jiménez en sus redes en los que interroga sobre su identidad a los que se quieren hacer un selfie o un vídeo con él. Unos le llaman Goyo Jiménez , otros Agustín Pantoja, otros tiran por la calle del medio y se refieren a él como «el tío más grande del planeta». Buenafuente lo presentó una vez como Ignacio Jiménez. Es por ello que el propio actor se presenta a sí mismo como «un famoso de mierda». Matizó, eso sí, que el hecho de que Motos se refiriese a él como Agustín González lo recibía como «un honor», y a continuación imitó uno de los míticos cabreos cinematográficos del fallecido actor.

Jiménez, Agustín, imitó también sonidos varios. Hombre orquesta, mostró su habilidad para convertir su boca en un instrumento y también para hacer música aporreando su cabeza con las manos, habilidades que –­confesó– empezó a desarrollar cuando vio a un invitado ganarse la vida de esa manera en «El semáforo», aquel legendario programa que lanzó al universo a, entre otros, Cañita Brava .

De Cañita Brava a Diógenes, al que Agustín podría jubilar. «Agustín Jiménez no tiene el síndrome de Diógenes. Diógenes tiene el síndrome de Agustín Jiménez». La sentencia es de Jon Plazaola , que lo conoce muy bien, pues comparte con él las tablas del Teatro Luchana, donde, en compañía de otros y otras, representan desde principios de año la comedia «Que nadie se mueva'», obra que justificó la presencia de ambos en « El Hormiguero ». El actor extremeño lo admitió. «Llevo cosas». Las porta encima, en una mochila, y también las recoge y se las lleva para casa. Cosas como porras policiales de juguete, si bien estas son por exigencias del guión, del guión de «Que nadie se mueva». ¿Por qué acumula cosas? «Es por si acaso me abandonan en algún sitio y tengo que empezar una nueva vida», bromeó el actor de «Ocho apellidos catalanes».

En una noche inspirada, al actor extremeño, famoso desde aquellos tiempos de Paramount Comedy, solo le robó el protagonismo de «El Hormiguero» el surströmming, un producto típico sueco cuyo sabor fue descrito como el « de la basura dejada al sol durante días ». En medio de la entrevista a los actores se incrustó, sin venir mucho a cuento, un divertido vídeo en el que probaron la lata de marras ocho españoles. Pues bien, seis la vomitaron. Finalmente, recurrieron a un sueco que, más que comerlo, lo saboreó como si fuese el manjar más exquisito del mundo.

El sabor del surströmming, al parecer, es inolvidable, pero su nombre es de difícil recuerdo. Como el de Agustín González. Perdón, Jiménez.