parrillada mixta

Será el papa de los Gipsy Kings

Meter al Rey y al Papa en el mismo saco de la minúscula igualitaria responde a una intencionalidad política que se puede apreciar sin tener estudios

No os preocupéis, que es en toda la calle

Begoña, 5; David, 30

Con todo esto de montar por piezas Telecinco en TVE como el que recorta y pega una maqueta de Vollmer o se lleva un castillo de España para numerar sus piedras y reconstruirlo en una finca de Dakota del Norte –quien dice Telecinco dice Mediaset, ... y donde pone castillo léase gatuperio–,  uno llegó a pensar que aquello de la «Despedida del papa» con que subtitulaba sus reportajes vaticanos la emisora pública era el anuncio de un capítulo de los 'Gipsy Kings', porque lo de papa en minúscula suena a gitano; huérfano de papa y arrebatado por el llanto, pero gitano. Susi, El Gordo, La Rebe, Salvadora, Loli, La Mari y el papa. Majaré.

Hemos visto en los últimos días cosas que vosotros no creeríais: atacar naves en llamas más allá de Orión, rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser, campanas catedralicias que según una reportera regional repicaban (sic) para anunciar a los fieles la muerte del Papa, o hallazgos arqueológicos (sic) como los que identificó una enviada especial para referirse al Coliseo de Roma, utilizado como monumental fondo de su crónica, también monumental. Nada, sin embargo, con la fuerza de ese 'papa' en minúscula que, descartada la patata por la complejidad de despedir al pobre tubérculo, en una sartén o una olla, conducía de forma irremediable y directa al entorno familiar de los 'Gipsy Kings'. Majaré, otra vez.

Esto de minusvalorar al Obispo de Roma –monarca electivo, pero rey con todas las de la ley– responde a la misma consigna que ha llevado a Televisión Española a rebajar la talla institucional, la autoridad moral, también constitucional, y la dignidad de Felipe VI y dejarlo en rey con minúscula, título con menos ringorrango que el del Rey del Cachopo o similares. Empanar un filete relleno de jamón de batalla puede ser tan triste como despedir a una patata –ay, papa– camino de la olla.

Que una reportera atribulada confunda el Coliseo romano con un hallazgo arqueológico es un desliz del tamaño de una plaza de toros, pero que tiene pase en función de las circunstancias extremas en las que se subdesarrolla nuestro modelo educativo. Lo de meter al Rey y al Papa en el mismo saco de la minúscula igualitaria responde, en cambio, a una intencionalidad política que se puede apreciar sin tener estudios. Ni siquiera a Lola Flores, que era paya, le quitaron la mayúscula de Faraona, monarca egipciaca.

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Sobre el autor Jesús Lillo

Redactor de ABC desde el siglo XX

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