Vuelven 'Los Enviados': fanatismo y misterios en la Galicia profunda
La ficción de Juan José Campanella protagonizada por Miguel Ángel Silvestre y Luis Gerardo Méndez lleva su segunda temporada al corazón de la 'Costa da Morte'
Juan José Campanella asombra en 'El Hormiguero' al revelar la película que ha visto 108 veces: «Las tengo contadas»

Hacía dos años que no se veía a Miguel Ángel Silvestre y aLuis Gerardo Méndez compartiendo pantalla, o lo que es lo mismo, a Simón Antequera y Pedro Salinas; el tándem de sacerdotes del Vaticano menos ortodoxo de la televisión. Vuelve 'Los ... Enviados', la serie de suspense sobrenatural que estrena SkyShowtime hoy en España su segunda temporada y para la que se ha elegido una localización muy oportuna: las 'terras' misteriosas de la Costa de la Muerte en Galicia.
La serie en español más vista del catálogo de Paramount+ corre a cargo de Juan José Campanella, director argentino galardonado con un Oscar por 'El secreto de sus ojos', que repite aquella dupla junto a Eduardo Sacheri, guionista habitual en sus obras y escritor de 'La pregunta de sus ojos'. Además, Molo Alcocer Délano, Leandro Calderone y Emanuel Diez completan el trabajo de guión mientras Camilo Antolini, Hiromi Kamata y Martino Zaidelis turnan la dirección con Campanella.
Tanto Simón como Pedro pertenecen a la Congregación para las Causas de los Santos, un organismo real de la Santa Sede encargado de beatificar y canonizar a aquellos capaces de conceder milagros e intermediar con lo divino. La misión de los protagonistas es separar la paja del trigo; enfrentar a criminales y estafadores que explotan la fe para beneficio propio o descubrir si realmente podría tratarse de algún santo.
Si en la primera entrega ambos curas convergen en un pequeño pueblo mexicano para seguir la pista de un hombre capaz de sanar enfermos con su presencia y revivir a los muertos, ahora, el Vaticano les envía a un recóndito paraje gallego para investigar a tres monjas ciegas que viven en un convento de clausura cuando una de ellas alerta a las autoridades del paradero de una niña secuestrada 20 años atrás. Además, ambos protagonistas deberán compaginar dos personalidades muy diferentes: Pedro es introvertido, correcto y analítico mientras que «Simón es un cura con una crisis existencial que ni siquiera está seguro de creer en Dios», lo describe Silvestre. «De lo que sí que está seguro es de todas aquellas cosas que le gustan como el buen comer y el alcohol. Incluso siente deseos sexuales y como sacerdote eso lo hacía muy interesante y punki», añade el actor que valora «la creatividad de Juan José de hacer un 'thriller' pero con rasgos muy humanos y un poco de comedia».
Galicia, entre lo divino y lo terrenal
La nueva entrega está grabada en A Guarda, Nigrán, Forcarei, Tui, Oia, Pontevedra y Santiago de Compostela. Campanella, de remota ascendencia gallega y asturiana, asegura que fue «increíble» la experiencia de rodar en Galicia: «En cuanto llegué tuve que cambiar la pantalla, sacar el 'cinemascope', como diríamos los viejos. Las locaciones son increíbles, además de la historia. En varias ocasiones adaptamos directamente el guion a lo que veíamos».
Una parte de la trama se centra en las cuestiones que rodean un pueblo que se va viendo abandonado y se debate entre ofrecer un atractivo turístico o mantener las costumbres locales. Un contexto prolífico para el misterio, la espiritualidad y los diferentes dilemas morales que ayudan a perfilar a los personajes, como la alcaldesa del pueblo, interpretada por Marta Etura, envuelta constantemente en las encrucijadas y contradicciones que rodean la vida en un paraje cada vez más deshabitado. «Yo me he centrado en un personaje que estaba muy bien escrito y que comprendía muy bien; echan a su familia del pueblo y evidentemente hay teclas que tocan conmigo, pero Pilar es alguien distinto a mí y traté de darle todo el carácter y todo el humor que estaba en el guión», relata la actriz vasca.
«Esta segunda temporada ataca de lleno a las cuestiones del fanatismo religioso y la intolerancia», revela Campanella, que pretende transmitir la dualidad de lo terrenal y lo espiritual a través de una incisiva crítica al radicalismo. «No queríamos caer en lo que ya prácticamente parece el tema fácil con respecto a la Iglesia, el de los pederastas. Yo siempre fui a colegios católicos y puedo tener muchos problemas con la religión, pero gracias a dios no he vivido eso nunca», asegura. Por ello, la serie pone el foco en el análisis de cuestionamientos como la contraposición de la razón y la fe; la aceptación a ciegas de un milagro o la búsqueda de un origen científico. Todo ello sin despejar la duda de si existen realmente los milagros, un trabajo que corresponde a los protagonistas y al propio espectador.
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