Seriad@s
'Superestar'
«Eran hijos de algo tan español como el pícaro y el esperpento, a partes iguales»
'El clan Olimpia'
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Iniciar sesiónA mi juicio 'Superestar', hasta la fecha, emitida en Movistar plus, es la mejor serie de ficción hecha en nuestra patria. La crea el siempre creíble Nacho Villalongo y la interpretan actores que rozan la genialidad y parecen los protagonistas de aquella época de ... frikis. Pero Ingrid Garcia Garcia-Jonsson fascina y engancha, interpretando a la propia Tamara, centro de aquel mundo que sacó nuestra carcajada, la chica de provincias, de Vizcaya, que vino a Madrid a triunfar y se comió el mundo gracias a la televisión, a un grupo de amigos tan caricaturescos como ella y a una forma de cantar que ni era cantar ni era nada, más allá del puro frikismo.
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Rocío F. de BujánCada episodio se centra en un protagónico diferente con la excepción del segundo, donde comparten pantalla Loly Álvarez, otra cantante del montón que se subió al carro, interpretada por la bellísima Natalia de Molina, y el Arlequín, un representante de artistas chungo al que da vida el actor Julián Villagrán. Así, al tratar a Tamara desde los márgenes, se le confiere grandeza, a lo humano, mientras sus amigos y luego enemigos la retratan al tiempo que se radiografían. Eso se llama en creación ir por el camino más arriesgado y el más difícil, del que la serie sale muy airosa. La serie hace la foto del programa que lanzó al tamarismo. De aquellos personajes merece la pena detenerse en Leonardo Dantes, al que sopla vida el actor Secun de la Rosa, el más honesto del grupo con Tamara. Tampoco hay que olvidarse de Paco Porras, que adivinaba el futuro en frutas y hortalizas, esculpido por el actor Paco Areces, ni de Toni Genil, otro cantante frustrado, hecho a la vida por el actor Pepón Nieto.
Los frikis, en su día, nos atrajeron. Eran hijos de algo tan español como el pícaro y el esperpento, a partes iguales, y todos, nos gustase o no, nos veíamos en aquel reflejo burlesco, y nos queríamos a nuestra manera. Es mentira que nos reímos con ellos, lo que hicimos fue reírnos de ellos. Ahora, al menos a mi, me provocan una ternura entusiasta y una abrigada nostalgia. Pasen y vean.
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