Ramón Campos, el creador de series de éxito que se quiso matar

«Si hoy pudiera decirle algo a aquel chaval le pediría que espere, que al final todo se soluciona, incluso lo que parece que nunca se arreglará», añadía el guionista y productor, hoy un caso de éxito incuestionable. En la misma semana ha estrenado la serie 'Un asunto privado' en Amazon Prime Video y la película 'Un año, una noche' en San Sebastián.

El responsable de series como 'Fariña', Velvet' y 'Las chicas del cable' colabora de forma activa con Román Reyes y su plataforma Stop Suicidios , pero fue la muerte del hijo de Alejandro Jodorowsky la que le animó a dar el paso. «Las noticias no decían de qué había muerto Cristóbal y la sensación era que se trataba de un suicidio. Ya es hora de hablar de ellos con naturalidad». Ese mismo día, Campos salía del 'almario' en Twitter y hablaba sin reservas de un problema que solo en España cada año se lleva por delante a 4.000 personas.

El tabú no ha sido derribado del todo. «Yo he presentado proyectos en plataformas y cadenas para hacer una serie de ficción sobre el suicidio y los rechazan siempre, porque dicen que la audiencia no los quiere». No hace mucho de la última negativa: «Hace un mes. El sector no está maduro. La sociedad, sí, creo, pero hay mucho miedo a hablar. Es una pescadilla que se muerde la cola. Si lo digo, me señalan».

Suele decirse que el suicidio fallido es una llamada de atención, pero Campos no cree en eso. «En mi caso no fue así. No avisé a nadie. Tuve la fortuna de que me encontraron». «Yo veía el futuro negro», explica. «Cuando viví aquello, ni me imaginaba lo que me ha pasado después. Estaba estudiando en Pamplona, por primera vez lejos de mi entorno de amistades. Yo soy ateo y sentía la presión del entorno. No me encontraba bien conmigo mismo. De repente, vi muy lejos la posibilidad de tener lo que tengo hoy. Me desesperé y no me atreví a llamar a nadie. Pensé que me dirían que me estaba montando películas y no fui capaz de pedir ayuda ».

«Yo solo quería ser guionista, aunque llegué cuatro años tarde porque, irónicamente, estudié cuatro años Psicología. Veía a todos los que trabajaban y el poco trabajo que había en 1997 y pensé: no lo voy a conseguir jamás. Fue la tormenta perfecta».

La buena noticia es que «todo se soluciona», pero hacen falta más ayudas. «Debería haber un sistema. En Europa, el número de psicólogos por cada 100.000 habitantes es de 18. En España hay seis. Yo tuve la suerte de que mis padres pudieron pagar un psiquiatra privado. En la sanidad pública no habría tenido las ayudas necesarias.

Una de las cosas que más le impactaron fue el proceso desde que lo salvaron. «Yo me había tomado pastillas y cuando llegas al hospital lo primero que te hacen es un lavado de estómago. En ese momento estás destrozado y te das cuenta del daño que podrías haber causado si hubieras conseguido matarte. Entonces sabes que van a venir tus padres y ese momento es durísimo. Lo peor es que los médicos me echaban la bronca durante el lavado. Me pareció una falta de empatía tremenda con alguien que está destrozado».

Ramón Campos sufre mucho pensando en sus hijas, dos gemelas de once años. «Trabajo en un proyecto sobre acoso y suicidios , que a menudo están relacionados. Me da mucho miedo no poder protegerlas. Me he encontrado con un padre que tiene una lucha brutal contra el colegio. Su hijo le dijo un día 'Papá, te quiero mucho' y se tiró por la ventana. En el colegio no sabían nada del acoso que sufría. Si un adulto no encuentra las armas para defenderse, imagina un niño de 12».

A la vista está, añade, que los sistemas de prevención no son eficaces, ni en los casos de 'bullying' ni en los suicidios. Por eso es importante hablarlo. «Eso no provoca un efecto llamada , es justo lo contrario. Si buscas ayuda te la van a dar. Existe el estigma de pensar que si tienes ideas suicidas no tienes a quién acudir. Si se lo digo a mi familia van a pensar que estoy loco y a señalarme en mi entorno. La gente no quiere ir al psiquiatra porque no quieren tomar pastilllas. Yo voy al psiquiatra y al psicólogo y tomo pastillas . Si te duele la espalda, te las tomas, pero aún estamos con esas ideas, cuando deberíamos hablar con naturalidad. Las cifras de suicidios son una locura. Por pura estadística, todos tenemos a alguien cerca y posiblemente no lo sabemos».

Pese a todo, Ramón es optimista: «A mí me gusta mucho la sensación de que al final hay luz . Por muy oscura que esté la habitación, hay que esperar a encontrarla. Cuando esperas, acaba llegando».