'The Crown' muere con la Reina

Desde el corazón de Buckingham vuelve Peter Morgan a cargar la escopeta contra Isabel II, que en esta quinta temporada de 'The Crown' sufre el incendio de Windsor, el divorcio de varios de sus hijos, a la otra mujer del Duque de Edimburgo y hasta una supuesta conspiración para hacerla abdicar por parte de Carlos de Gales. Por recibir, hasta recibe humillantes insultos de Boris Yeltsin. Sus quebrantos solo son comparables a los de Lady Di , la única capaz de disputarle el trono y la que mejor luce en esta tanda para olvidar.

La Reina de Imelda Staunton se encuentra diluida en la temporada más coral de 'The Crown', repleta de la realeza de la interpretación británica que, sin embargo, hace aguas al recrear a la familia Windsor . Imposible dejar de ver a la profesora Dolores Umbridge de Harry Potter en esta Isabel II, del mismo modo que Jonathan Pryce sigue siendo el Septón Supremo de 'Juego de tronos' y el embrutecido Dominic West , por mucho que intente imitar no a Carlos sino a Josh O'Connor, el McNulty de 'The Wire' . Se salvan de la escabechina del cambio de ciclo Lesley Manville , que no se parece pero evoca a la Princesa Margarita, la Olivia Williams de Camila Parker Bowles y Elizabeth Debicki , la reencarnación de Diana de Gales.

Los errores de 'casting' no son tanto un desliz como un fallido golpe en la mesa: ciclo tras ciclo, tras las dos temporadas de rigor que dura cada uno y el cambio de reparto pertinente, no hay sensación de que se haya construido una saga, con un horizonte claro y continuidad, sino una excusa peregrina para ser escaparate del talento local, aun cuando se desvirtúa a los personajes. Los hilos entre realidad y ficción que le gusta unir a Peter Morgan parecen mal hilvanados en esta entrega. A medida que medra, 'The Crown' se vuelve miope.

Una de las grandes virtudes de 'The Crown' era que, donde otras series habían caído en lo burdo, había sido sutil, rehuyendo, a golpe de talonario y también de una cabeza pensante, al telefilme de rigor. Sin embargo, en esta quinta temporada todo se precipita. También la caída. Si 'The Crown' empezó siendo 'Downton Abbey' , ahora es más 'Belgravia' ; un 'Cuéntame' con presupuesto y no la serie de calidad que se presuponía. Poco queda de ese tono de thriller que, aunque narrara episodios archiconocidos por el público, mantenía la vista fija en las andanzas de Buckingham como si el desastre se estuviera emitiendo en directo.

Conforme la actualidad aprieta y el pasado amenaza al presente, 'The Crown' gana tiempo pero pierde frescura y humor. Las caras largas pasean por fascículos en cada capítulo de la nueva temporada, que recorre acontecimientos morbosos que, sorprendentemente, son capaces de aburrir en manos de Morgan, los 'gate' del tampón y del pie de Ferguson incluidos.

Donde pretende ser incómoda, 'The Crown' carece de maldad e ímpetu. O quizás es falta de interés, que decae con la intriga real en una entrega en la que lo único que sube es el hastío. Se abonan los nuevos episodios incluso a 'flashbacks' de temporadas pasadas, sabedora quizás de que lo mejor de la serie de Netflix quedó atrás hace tiempo. Puntería o casualidad, y a falta de una última temporada, 'The Crown' muere con la Reina.