Naiara, tras ganar 'OT': «No tenía plan B para esto; he venido al mundo a cantar»

Pero, ¿cómo es posible que todo el mundo la supiese ganadora desde hace ya varias semanas? Lo que parece un fenómeno de adivinación, en realidad, tiene una explicación casi intuitiva. Es que la cesaraugustana lo ha tenido todo desde el principio: la veteranía suficiente para no cometer errores personales, el desparpajo televisivo más rentable y, no menos importante, una voz y presencia sobre el escenario que la colocaron a años luz de sus compañeros. También se puede explicar que alude a un público que sintoniza con una personalidad auténtica y arrolladora, sin falsas excentricidades, o con la historia de un talento escondido que sólo necesita una oportunidad. Así lo visto, el resto lucharon con uñas y dientes por un nunca tan reñido segundo puesto.

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Esta mañana, más o menos 12 horas después de su victoria, ha decidido mostrar su lado más humilde en el último evento del canon oficial: «Yo nunca soy suficiente y no me doy el valor que me dan otros, no me veo como me ven los demás», ha relatado junto a sus compañeros, los seis finalistas, con los que han repasado sus actuaciones y han vivido sus últimos momentos juntos en el Parque Audiovisual de Cataluña. Le duele abandonar la academia, naturalmente. Su madre desde la grada llora cuando ve repetir los momentos del impactante momento de su hija cantando 'Sobreviviré', de Mónica Naranjo. Ella se mantiene: «Yo he visto mi actuación y me estaba sacando los fallos y errores en las afinaciones. Sé que tengo un don que está muy guay, pero no es lo mismo como te ves y cómo te ven».

En el caso de un programa como Operación Triunfo, cómo te ven desde fuera tiene la mayor relevancia posible, aunque el público cada vez más toma no solo el papel de juez, también el de verdugo. Noemí Galera, la directora del programa, ha señalado esta como «la peor edición» con la que han tenido que lidiar en cuanto a odio a través de las redes sociales. «Quiero pensar que nuestra juventud no es así», ha añadido y ha aprovechado para hacer un llamamiento a los fans para «no meter mierda» a los participantes. No es un aviso a posteriori, también ha asegurado que a su debido tiempo, habrá una nueva edición de OT.

Para la triunfadora de anoche hay que «pasar de lo que te digan»: «Si me criticas con maldad, no me sirve de nada y si es constructivo me lo tomaré bien», aunque también ha señalado la importancia del psicólogo de la academia, especialmente en los momentos difíciles. «Es muy importante la salud mental y tengo muchísimas ganas de rodearme de cosas positivas y pasar de lo malo», ha expresado. De hecho, ha aprovechado para indicar que está deseando añadirle «alguna cosita» a su deportivo y cambiarlo de color, visiblemente contenta y de nuevo en su característica vestimenta.

La maña lo mismo manda un beso a la Pantoja -«la más grande»- que se apena por no haber rendido tributo a su querida Whitney Houston. Asegura que tiene «las ideas más claras» que cuando entró, pero que necesita tiempo conmigo misma para pensar el siguiente paso. «Quiero centrarme en lo urbano melódico», ha referido aunque con un hueco «para hacer una bajada y romperme la voz». También ha asegurado que le gustaría colaborar con Bisbal o Aitana. Lo que tiene claro es no dejar de perseguir su objetivo.

«Nunca he tenido plan B para esto. Llevo dedicándome desde los 17», explica la artista sobre su ya pasado con la Orquesta Nueva Alaska. A 130 bolos por año, uno empieza a entender su veteranía con 26 años. «Tenía muy claro que no he venido al mundo a otra cosa que no sea cantar porque es lo que me hace feliz. Me quiero dedicar a esto siempre», añade y pretende todavía hacer «algún bolillo con ellos».

Sin embargo, un hueco en la industria es un premio al que optan todos los finalistas. El ganador, sin embargo, tiene 100.000 € en metálico para invertir en su futuro: «Quiero seguir formándome seguir dando clases, aprender a tocar el piano bien», ha comentado Naiara, a quien esta ola le ha llegado en su mejor momento. Y por lo que parece, no tiene pensado dejarse arrastrar.