Crónica de un final anunciado: Naiara gana Operación Triunfo

Esta edición ha escondido una serie de sentidos contrapuestos en los que, como en todo 'reality' que se precie, asoman entre líneas vicios y virtudes que rodean al ser humano. Ha sido una gran noche para todos, fans, concursantes y organizadores del programa, estos últimos porque saben que a partir del martes se cierran los contratos y se van de vacaciones. Lo es para los fans, aunque por saber saborean el amargo que deja el final de un espacio al que, si así lo han deseado, han estado permanentemente conectados por los inagotables debates en el renovado X (antes Twitter) y a través de un eterno directo en YouTube. Para quien lo llevaba, sin duda, el final ha sido una gran noticia.

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Pero esto va de jóvenes que cantan, parece, y estos chicos llevan tres meses aislados del mundo y bajo su atenta mirada. Hay que agradecer que está edición se podría llamar 'Crónica de una victoria anunciada' porque no se ha hablado más que una ganadora durante las ultimas semanas: Naiara. Con grandes aros en las orejas y una voz portentosa, la prensa la ha apodado con todos los nombres de los triunfadores de las ediciones anteriores. Hay que reconocerlo: tiene lo mejor de una cantante y el desparpajo natural de una concursante de telerrealidad.

Si su estilo y naturalidad habían conseguido sorprender a los espectadores de Amazon Prime Video -la plataforma ha tomado el relevo del programa, con récord propio de audiencia en su primera emisión-, apenas se le había oído entonar su elección para la final. Resucitar a Mónica Naranjo no sólo ha sido acertado por la vuelta nostálgica a los 2000, sino que sus temáticas entonces fuera del marco aluden hoy a temas clave de las generaciones jóvenes. Tampoco es baladí que le ha permitido dejar una actuación para los anales del programa. Así ha sido el periplo de Naiara que empezó con la canción de La quinta estación, 'Me muero', y acabó con 'Sobreviviré': puntos por el aspecto evolutivo. Enfundada con un atuendo casi de guerra, la llamada 'chonija' cesaraugustana llegó, cantó, venció.

Pero antes de corroborar su hazaña, la noche se vivió impoluta y emocionante. La primera nota la puso Chenoa, novel presentadora y concursante histórica, que interpretó 'Last dance' junto al resto de finalistas. Un guiño al primer programa de OT -allá por 2001- y una cuenta: la emoción de revivir 23 años después un momento mítico sobre el mismo escenario.

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Con cierta premura prosiguió la velada y el primero en faena fue el uruguayo de 23 años, Lucas, quien podía contar con el favor del público gracias a su exudante carisma. Su predilección por los cantantes de One Direction le había llevado a elegir 'Pillowtalk', de Zayn Malik, que en su versión pegada al R&B, sin grandes aspavientos y cierta sobriedad logró una puesta impregnada de sensualidad. Acompañado de sus padres en un momento para la lágrima, escuchó, poco después, su clasificación: quinto puesto.

Si ha habido un concursante que consiguió destacar desde su actuación en la gala 0, fue sin duda Paul Thin. El granadino ha sabido mostrar su versatilidad como artista en diferentes registros durante todo este OT y el jurado quiso recompensárselo. Su apuesta por el género urbano, con 'Baby Hello' de Rauw Alejandro y Bizarrap, ha significado la defensa de un éxito de reguetón sin autotune ninguno, con un resultado bien empaquetado que poco tiene que envidiar al sonido original. Su placer sobre el escenario, los colores plateados, la coreografía bien preparada y una voz equilibrada hicieron del conjunto un proyecto coherente, que sumaba intención fiestera y momentos de sensibilidad. Tras saberse su puesto en el podio, llegó la versión de 'Way Down We Go', que ofreció en la primera gala. Una segunda vuelta al tema lo dejó a años luz de la primera y regaló uno de los momentos más reseñables de voz y coraje escénico. El veredicto fue el mejor posible: segundo puesto del concurso.

El canto de unos pájaros de fondo dio inicio a la actuación Martin, la joven promesa que ha sabido aprovechar los más de 90 días de academia para hacer suyo el término evolución. Su 'Golden Hour' de JVKE fue vibrante y dulce: gracias a una escena centrada en su voz y el canto consiguió emocionar a los otros concursantes y el auditorio se vio envuelto en un ambiente cálido. El registro íntimo gustó mucho al jurado y sin embargo, acabó en la última posición con un 6% de los votos.

Y entonces llegó. De una nube y con truenos de fondo, Naiara colgó los vestidos brillantes y salió ataviada como de diosa nórdica. Creó algo como un efecto sobrenatural y el plató quedó hechizado de su portento. La distancia con respecto a lo visto anteriormente se antojó abismal. Después volvió a salir para volver a cantar su 'Me muero' y al jurado le faltaron las palabras. No al público, que se cansó de corear su nombre.

Fuerte intento el de Ruslana, que acudió a un clásico de las versiones, 'Zombie', de The Cranberries. Si había una noche para dejarse la voz era esta y la rockera dejó claro que, aunque sea la menor en cuanto a edad, a sus 18 años pocos tienen su experiencia en programas musicales de talento. Escogió una canción muy difícil que le granjeó un puesto en el podio para poder cantar la siguiente: 'I love rock and roll', en una versión vocal mucho más propia y asentada, que sí consiguió el efecto deseado y la colocó finalmente en tercera posición.

Juanjo fue uno de los grandes luchadores de está edición de OT y por ello el jurado le dio vía libre hasta esta final. Uno de los más queridos por el público, que lo ovacionó con fervor después de cantar 'Without You', la balada setentera de Harry Nilsson. Emotiva y efectiva, se apoderó de ella hasta transformarla completamente y hacer gala de una habilidad vocal sobresaliente. Culmina con gran emoción y, sin embargo, el voto le colocó en cuarta posición. «La cuarta posición no está nada mal, puede que presentes OT en el futuro», le ha consolado Chenoa.

Lola Índigo, como una reina de hielo cantó un mix de producción futurista, que osciló entre lo cañero y lo melancólico, con una coreografía nada fácil. Destiló comodidad, versatilidad y baile: dio la última clase. También amenizó Ana Mena con su 'Madrid City' que puso a los asistentes de pie, y la guinda a una gala que aún seguía en vilo. Rodeada de más de una decena de bailarines, visiblemente contenta, se percibió como la favorita. Después vino el himno de la edición y con él, los 16 participantes juntos. «Y el resto son historias por contar», como reza el estribillo.

Por tanto, noche triunfal para Laéne, a modo de victoria anunciada, que se fue a casa con 100.000 euros en el bolsillo para gastar en formación musical que hasta ahora no ha necesitado -su talento se ha desarrollado cantando dentro de una orquesta de verbena-. Tampoco fue en balde para los demás, que se fueron con el premio de consolación de haber abierto las puertas de su propio futuro como artistas y seguramente como colaboradores de futuras ediciones; no hay metálico, pero no está mal.

El antiguo Hospital del Tórax, ahora el Parque Audiovisual de Cataluña, sirvió de resonancia para quienes lograron cantar con éxito lo que les sale del pecho. Esta vez la ganadora moral ha coincidido con la ganadora real, algo que es inusual en programas donde las sorpresas muchas veces se cocinan en la producción. Ella es la voz del pueblo. Sea bienvenida al primer día del resto de su vida. O '¡Arranca, maña!', como le gusta celebrar a ella.