Alberto Rodríguez: «En la política actual se echa en falta las ganas de dialogar que había en la Transición»
El cineasta está en la Sección oficial del Festival de San Sebastián por partida doble: la película 'Los Tigres', con la que compite por la Concha de oro, y la serie 'Anatomía de un instante', que se proyecta fuera de competición
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Iniciar sesiónAlberto Rodríguez comparece hoy aquí por dos motivos. Y los dos son buenos: 'Los Tigres' y 'Anatomía de un instante'. En realidad, ambos son una locura. En 'Los tigres', película que compite por la Concha de oro, se mete en las ... profundidades del mar para seguir a dos hermanos rotos que trabajan como buzos arreglando tuberías submarinas y los cascos de los grandes buques que fondean en Huelva. La inmersión de 'Anatomía de un instante' -serie que presenta en Sección oficial fuera de concurso- fue más compleja aún: en cuatro capítulos bucea en los entresijos del Golpe de Estado del 23-F y de la Transición a partir de tres figuras clave como son el Rey, Adolfo Suárez y Gutiérrez Mellado.
Esa locura no le ha salido gratis. Dos años en los que ha entregado parte de su vida y sus desvelos lejos de casa. Dos años de intensidad máxima que, ahora por fin, entregará ya al público (la película se estrena el 31 de mayo y la serie, un poquito más tarde, en Movistar Plus+). Un público que lo conoce bien desde '7 vírgenes' hasta 'Modelo 77' pasando por 'La isla mínima', 'El hombre de las mil caras' o 'Grupo 7', entre otras.
—¿Cómo ha sido llegar aquí?
—Todo ha sido muy azaroso. 'Los Tigres' se retrasó un poco en su calendario y la serie se anticipó. Si la vida fuera un guion, hubo un momento climático en el que teníamos que tomar una decisión sobre si hacer o no la serie en ese momento. Dijimos que sí porque sabíamos que si se posponía esa historia no se iba a poder hacer más adelante. Al final han terminado solapándose en el tiempo más de lo que yo quisiera. Y coincidiendo también en el estreno en San Sebastián. Pero ha sido más azar que otra cosa. Va a ser muy raro porque en una semana se va a ver el trabajo que hemos hecho en dos años.
—¿Ha tenido que disociarse mucho en este tiempo? Y en la faceta personal, ¿cómo se ha vivido?
—Esa ha sido la parte más agotadora del proceso, la verdad. El coste al final, pues... Que me he perdido un año y pico de lo que ha ocurrido en mi casa porque prácticamente lo único que he hecho ha sido trabajar desde que me levantaba hasta que me acostaba. Así durante muchos meses.
—Una vez que ha vivido estos dos años tan intensos, ¿Alberto Rodríguez tiene el privilegio de poder parar?
—No mucho, esa es la realidad. Sí que podré escribir más tranquilo, que es una fase mucho más relajada de trabajo. Espero que sea más tranquila porque si no, directamente tendría que dejar de trabajar, porque no puedo más. Literalmente hace una semana estábamos con los últimos retoques de 'Anatomía…' para llegar a San Sebastián. Todo ha sido tan comprimido en el tiempo que no lo volveré a repetir.
—En ese proceso de la escritura, ¿necesita una desintoxicación? ¿Cómo es ahora la descompresión?
—Suele ser bastante relajada, porque ya Rafael [Cobos, su guionista y socio de siempre] y yo conocemos los inicios de los proyectos, y suelen ser días en los que no hacemos nada, y en realidad estás haciendo mucho porque simplemente vamos a charlar de lo que tenemos en la cabeza, de las películas que hemos visto, de recomendarnos libros… así hasta que de pronto surge una historia. Pero bueno, tampoco he visto mucho a Rafael, porque el año ha sido tan exigente…
—¿Tienen un cajón con proyectos comunes?
—Tenemos algunos que no se han hecho por diferentes razones, pero siempre tienes algo en la cabeza, aunque no apunto nada, porque con el tiempo me he dado cuenta de que las buenas ideas vuelven, y las que no eran tan buenas desaparecen.
—¿Cómo nació la idea de 'Los Tigres'?
—En este caso fue a la vuelta de unas vacaciones. Llegué a una playa que está muy cerca del polo químico de Huelva, y una de las veces que estaba volviendo con el coche, empecé a mirar hacia la petroquímica, todo ese mundo, esa estructura, esa especie de ciudad del futuro tipo Blade Runner. Y pensé que llevaba años viendo ese lugar, y siempre con la idea de que había una historia que contar de ahí. Entonces decidimos ir unas cuantas veces a ver cómo se organizaba la vida allí, etc. Y terminamos descubriendo que existían unos buzos que tenían la concesión de la tubería por la que entra el crudo de los grandes petroleros. Y a partir de ahí empezamos a tirar. Es un mundo muy desconocido para el gran público y que nos permitía hablar de muchas cosas. Conocimos a un buzo que tenía cosas con el personaje de Antonio: una especie de hombre anfibio pero que cuando salía del agua era un completo patán y un desastre. Y nos pareció muy interesante encontrarle una especie de némesis, con otras formas de entender la vida. Entonces esto nos dejaba un escenario en el que construir un thriller con dos capas. Una que era del narcotráfico, que quizás era como la más transitada y la que menos nos interesaba y que no se ve prácticamente en la película; y otra que es el buceo profesional que, de por sí, ya es un thrille..
—Ese tema del narcotráfico que está ahí en segundo plano es también un tópico cuando se habla del mar en el sur de España.
—La idea era coger a un personaje normal y someterlo a una situación extraordinaria. Me parece que hay algo terrorífico en meterte en este lío. Creo que se viviría así. Como que de pronto te cae el mal encima y no sabes siquiera ponerle rostro. Es que es tan duro que no puedes ni ponerle cara al que va venir a decirte: «Como no hagas esto, te mato». Y es que te matan.
—Con 'Los Tigres' han vuelto a rodar en el presente después de años mirando al pasado…
—Nos dimos cuenta de que nos habíamos quedado atrapados en el pasado y que no éramos capaces de volver a la actualidad. Desde 'Siete vírgenes' y 'After', que son del 2009, hemos pasado un montón de años haciendo cosas que miraban hacia atrás en el tiempo. O al menos, no al presente, porque con 'Apagón' hicimos distopía del futuro. Pero no conseguíamos volver en este caso a 2025. Y ya con esta lo hemos conseguido.
—¿Qué ha cambiado en estas dos décadas como director?
—Pues que ahora sobre todo tengo una calma que no tenía hace 20 años. Dosifico mejor los esfuerzos para no terminar desfondado. Y que los compañeros que me rodean en el set empiezan a ser casi todos más jóvenes que yo. Eso también está bien porque como que respetan lo que estoy diciendo. Y hace 20 años no era así porque eran todos más mayores y me miraban de otra manera. Pero aparte de esto, sigo pasándomelo muy bien. Ultimamente noto también que he recuperado algo que había perdido, no sé por qué, y es que me costaba disfrutar el día a día.
—¿Eso es la madurez también?
—No. Porque sí lo tenía al principio. Durante un tiempo no sé qué me pasaba. Estaba como peleado, sobre todo con la presión y el día a día. Y estos dos proyectos en ese sentido han sido muy regeneradores. Muy reparadores, la verdad.
—Con la serie, que es una propuesta que no parte de vosotros, sí volvéis a viajar al pasado de nuevo…
—Fue un proyecto que nos encargaron desde Movistar a través de Domingo Corral y de José Manuel Lorenzo (productor). Yo les dije que no quería volver a rodar otra vez la Transición. Me dijeron que me leyera el libro. Me lo llevé a casa y le pregunté a un amigo que me dijo que era «la mejor novela que había escrito Cercas». Sabiendo, que no era una novela, me llamó la atención. Lo leí y me enganchó esa reconstrucción, esa ficción, ese viaje emocional que promueve Cercas a través de un libro en el que está hablando de tres personas que casi son tres construcciones. Y me convenció.
—¿Esta historia sigue hablando del presente? ¿Nos interpela todavía esa generación del 78 al 2025?
—Yo creo que sí. Y habla de cosas que no deberían perderse. Y de posibilidades infinitas de sentarse a dialogar lo que haga falta, que se echa de menos en la política actual. Pero bueno, también me interesaba por una cosa que dice Cercas al inicio del libro. Él habla de una encuesta que se ha hecho en el Reino Unido preguntando por Winston Churchill. Y había un elevadísimo tanto por ciento de gente que decía que Churchill era un personaje de Ciencia Ficción. Y me interesaba pensar que esta serie la iba a ver gente joven o no tan joven que no tiene tan claro quién era Adolfo Suárez, Santiago Carrillo y Manuel Gutiérrez Mellado…
—Si fueramos americanos quizá habria cada año una película sobre esa época…
—Es que me parecía muy interesante porque creo que incluso hay gente que no tiene claro que lo que tenía enfrente Suárez era a un régimen dictatorial. Que era un momento muy delicado en la historia de España. El resto, todo lo que son los vericuetos de lo que ocurrió con el Golpe, Cercas lo apila en el libro en un capítulo que llama 'La placenta del Golpe', en el que habla de todos los que ese Gobierno tenía en contra, que eran todos, en realidad. Los empresarios, la iglesia, los otros partidos políticos, etcétera. Y me parecía interesante que quedara algo para ver sobre esa época, sobre todo para la gente más joven.
—¿Los políticos de ahora están a la altura de los políticos de antes?
—No lo sé. Yo sí creo en las instituciones y en que las instituciones deben defenderse porque creo en lo público y en que debe haber una organización dentro del Estado. Creo que no todos los políticos son iguales. No me vale eso como tampoco me vale lo de que «no sirven para nada». Creo que por fortuna sirven para algo y confío en eso. Sí es cierto que la sensación que tiene uno como ciudadano es que la voluntad de diálogo entre políticos está rota. Pero luego algunas cosas avanzan, con lo cual debe haber como una cosa mediática con mayor ruido y otro mecanismo por debajo que sí funciona más. Suárez era un político particularmente hábil para decir una cosa y dejar de abierta la posibilidad de hacer justo lo contrario. Probablemente en estos tiempos sabría moverse.
—¿Se ha roto el espíritu de la Transición?
—Creo que había mucha gente en realidad en aquella época que no estaba de acuerdo con lo que se estaba haciendo. Más de la mitad del país, probablemente. La Transición descapitaliza de alguna manera el poder anterior. Aunque igual descapitalizar no es el mejor verbo porque precisamente eso no se arregló. Era normal que la gente que estuvo 40 años mandando en el país estuviera en contra de que la idea de Suárez triunfase. Hombre, si tengo que dar una opinión sobre la Transición, diría que es imperfecta. Pero no sé muy bien cómo se podía haber hecho para resolverlo de otra manera. Fue así.
—La imagen del Rey ha cambiado estos últimos años. En aquellos años vivió sus mayores momentos de popularidad. ¿Cómo ve lo que ha pasado estos años?
—Cercas no deja de hacer una ficción. Y en esa ficción jugamos también a una amistad real que hubo entre el Rey y Suárez durante muchos años. El final de esa amistad es un desastre. Porque el Rey estaba bastante asustado con lo que estaba ocurriendo alrededor, con esa especie ya de rumor de asonada que venía por todas partes. Y en un momento determinado decidió prescindir de Suárez.
—Como todo tiende a politizarse, ¿teme en cierta manera las críticas que le puedan llegar desde ambos lados?
—A mí es que la política me interesa. No me parece mal. Es más, me gustaría que se hablara un poco más de política. Pero política, como en un momento dado dice el personaje de Suárez dentro de un diálogo, con mayúsculas. Y creo que es interesante que se vean cosas como la cuestión del Partido Comunista, que creo que para una generación entera Santiago Carrillo no debe ni existir. O sobre la figura de Suárez, que por un lado es alguien que consiguió un progreso para la apertura del país increíble en tiempo récord pero que también su origen era el que era y que se movía perfectamente por la dictadura porque la conocía estupendamente. Todo eso me parece muy interesante. Incluso la contradicción de Gutiérrez Mellado, que venía de la dictadura y es el único que se baja del escaño para intentar parar el golpe de estado. No deja de ser tan contradictorio y tan hermoso, por otra parte, que parece que es el anciano encontrándose con el joven golpista.
—Pero, ¿y las críticas?
—Yo creo que me daría por contento si la gente ve la serie y encuentra algo nuevo. Incluso le incita al debate.
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