Crítica de 'Super Mario Bros: La película': La fábula del obrero y la princesa
Se gana con espectacularidad y tesón de jornalero esa hora y media de imparable jolgorio
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Una producción que contiene un juego de franquicias , derechos y pesos en la que intervienen empresas como Nintendo, marcas como Super Mario y la productora Illumination Enterteinment, la de ‘Gru’, ‘Minions’ y demás. De aquel videojuego casi cincuentón en el que las palancas tenían más protagonismo que en ‘Can Barça’ sale esta película de animación que, francamente, incluso para los legos (no en el sentido de ese juego de construcción, sino en el de desconocedor) en videoconsolas resultará divertido, movido y visualmente ingenioso aunque se afeiten o depilen habitualmente.
Los protagonistas son el obrero Mario, su hermano Luigi, la princesa Peach y otros cuantos héroes y villanos de un universo irreal y lo suficientemente atractivo para que haya grandes y épicas luchas por conquistarlo o preservarlo. El argumento es un cuento sin más que recoge la esencia y movilidad del juego, avanzar, sortear, saltar, golpear, recoger premios y castigos, a la vez que presentar personajes llenos de cualidades y defectos que colorean sus relaciones.
Puede pasárselo muy bien el espectador, especialmente el más cercano a la infancia, sin percatarse de lo curioso de algunos vínculos, como el del simpático obrero con bigotazo y la princesa espectacular y laboriosa, o la importancia de la función del ‘manitas’ como soberano arreglador y rescatador, o ese simple hecho tan cotidiano de la vida común de ir subiendo niveles y en cada tropiezo, caída, uno ha de levantarse y volver a empezar.
Sin llegar a esas cotas de encogerte el alma o ensancharte la mente de otras películas de animación, este Super Mario, su mono azul y su bigote, se ganan con espectacularidad y tesón de jornalero esa hora y media de imparable jolgorio .
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