Crítica de «Under the skin»: Sexy alien

Pero sobre todo en estos años se ha convertido en un título de culto, hasta el punto de que una revista tan «hipster» (y, vamos a decirlo, un poco chauvinista en este caso) como «Little White Lies» la proclama como la mejor película de la década. Ni de lejos. Pero cabe preguntarse por su actual condición «de culto». Será por ser una de marcianos un pelín al gusto pos-narrativo de Claire Denis en su película de astronauta («High Life»): si a alguien le provoca una trama de ciencia ficción pasada por Kiarostami, esta puede ser su película.

O quizá es porque la protagoniza Scarlett Johansson de morenaza; pero puestos a comparar, uno prefiere morir espachurrado a manos de una sexy alien como la Natasha Henstridge de «Species», una película fantástica de género sin pretensiones cultas (también prefiero a la Johansson de «Lucy», la otra peli fantástica que rodó ese mismo año). O puede ser por la banda sonora de Mica Levi, que quizá sea lo más notorio de la función.

Ahora, la conducta de esta depredadora de otro mundo puede tener hasta una lectura feministoide desde según qué cancillería; aunque sus intenciones permanezcan más bien oscuras y no dependan del imperioso afán de procrear de su colega Natasha. Pero, al final, la clave del éxito de «Under the Skin» puede estar en el maravilloso diseño visual del momento «mantis» de la marciana Scarlett: un sueño húmedo de aniquilación.