El corto nominado al Goya que imagina un mercado inmobiliario aún más inquietante
«Gastos incluidos», dirigido por Javier Macipe, parte de una premisa kafkiana para denunciar la situación residencial en las grandes ciudades de nuestro país
Cuándo son los Goya 2021
G. G / J. P.
La cláusula 5 del contrato de alquiler es clara: «El arrendatario se compromete a ignorar la existencia de "El otro", de tal manera que ambos habiten la vivienda como si de una de uso individual se tratase». Bajo esta turbadora premisa arranca «Gastos incluidos» ... , cortometraje de Javier Macipe nominado al premio Goya 2021 y que imagina un mercado inmobiliario aún más inquietante que el actual gracias a un nuevo modelo residencial tipo Airbnb... pero con Franz Kafka de CEO.
Macipe y el coguionista, David Manjón , se conocieron en Córdoba en la décima promoción de la Fundación Antonio Gala , allá por 2012. El primero de Zaragoza y el segundo de Salamanca, ambos acabaron aterrizando en Madrid y compartiendo el amargor de precariedad. «Empezamos a hablar de la idea para el corto a mediados de 2016, cuando vivíamos en pisos compartidos», señalan, y el director narra una escena bien conocida de veinte personas citadas a la vez por el casero para disputarse una habitación: «Llegamos a dos conclusiones: que en Madrid era más difícil encontrar piso que encontrar trabajo y que los guapos encontraban piso antes».
En el corto, que ha sido descrito como una especie de Black Mirror versión cañí, los personajes de Ramón Barea y Roberto Cabrera no pueden tratarse de ninguna manera a pesar de compartir casa, en un ejercicio disparado de deshumanización que plantea nuevas posibilidades comerciales de la intimidad. ¿Sois optimistas o pesimistas respecto a cómo influirán en el futuro las condiciones materiales en la vida de las personas? « En estos años ha habido desposesión y degradación pero también episodios de organización y lucha . En el futuro, para permitirnos ser optimistas, podemos prever que habrá más», dice Manjón. Su compañero de escaleta pronostica un cambio de paradigma por la pandemia. «Las grandes ciudades nos están expulsando y se está dando una vuelta a las pequeñas ciudades, incluso a los pueblos. Ahora que se habla tanto de la "España vacía" es el momento de que España deje de ser solo Madrid y Barcelona ».
Precisamente, antes de la crisis sanitaria, la vivienda en España era el tema central de los desvelos de millones de personas; y, por supuesto, ahí sigue en la pomada de lo agobiante. La escalada de los precios y la parálisis de los salarios volvieron un sueño entre arduo e imposible la propiedad. Y el alquiler, sobre todo en amplias partes de las grandes ciudades, también se volvió inaccesible. Un análisis en el que coinciden tanto la Administración como los gigantes inmobiliarios; curiosamente ayer se notificó la primera caída mensual del precio de alquiler en España en el último lustro.
«Más que situaciones esperpénticas como las que representa "Gastos incluidos", he conocido personas cuyos recursos (encadenando contratos temporales y a tiempo parcial, infrasueldos o subsidios) les hacían inviable habitar una vivienda no compartida en Madrid. O parejas compartiendo vivienda en ocasiones más por necesidad que por entusiasmo », apunta Manjón, que está preparando un ensayo sobre cómo la literatura ha narrado el tiempo dedicado a lo laboral, una idea que nació a partir de textos de José Luis Pardo e Isaac Rosa .
«Simplemente, el estar obligados a compartir piso con absolutos desconocidos, o con gente con la que no desearías vivir , es algo que a la generación de nuestros abuelos, a pesar de sus carestías, les habría resultado inconcebible», dice el cineasta maño, que prosigue con una anécdota divertida: «Un amigo vivía con alguien cuyo nombre no recordaba. Una vez, para hacer un cuadrante de limpieza, tuvo que iniciar una infructuosa investigación detectivesca para descubrir su nombre. Al final se arriesgó con un nombre al azar y obviamente no acertó».
Además de una potencial generación o generaciones dejadas in albis , o sea sin lograr lo que esperaban, incluso lo mínimo en dignidad que esperaban, el cortometraje aborda otros temas de apagada actualidad como la turistificación y gentrificación de las ciudades-colmena, la frustración de las vocaciones artísticas, la soledad en la vejez o el uso de la neolengua para intentar vendernos todas las motos averiadas posibles. Con su pátina espiritual, si se puede.
«Oriente, a través del Yoga, la meditación, el mindfulness y el New Age se está imponiendo porque su discurso responde bien a las carencias de esta sociedad ruidosa y materialista. Pero en el cortometraje hablamos del peligro que hay en la corrupción de esas filosofías orientales cuando se utilizan consignas del tipo “focaliza tu mente en la abundancia para atraerla”. Si eso es un fin en sí mismo, es exactamente lo opuesto a la espiritualidad. No olvidemos que Rodrigo Rato es un concienzudo practicante de Yoga», opina Macipe, que en marzo del año pasado tuvo que paralizar por el coronavirus el rodaje de su primera película, «La estrella azul» , sobre el rockero zaragozano Mauricio Aznar .
En el rechazo o no a la nueva normalidad tan virtual, hay más divergencia entre los escritores. Manjón no tiene recelos, aunque «la preocupación vendría más de que, como ocurre con las viviendas en el corto, internet también puede convertirse en un espacio que expulse, que se privatice y deje fuera realidades ». Su compañero va más allá: «Cada vez que en la historia de la evolución ha aparecido una herramienta, a cambio se ha atrofiado una capacidad. Nunca ha habido una herramienta tan potente como internet. Estar todo el día mirando una pantalla de móvil ofrece muchas cosas, pero el precio que se paga es la superficialidad. La introspección, el silencio, parte de nuestra creatividad y, sobre todo, nuestro tiempo es lo que estamos entregando como gasolina para mover ese gran monstruo virtual».
Volviendo al tema central de «Gastos incluidos», Macipe reflexiona que «muchos aspirantes a artistas hemos caído en la trampa de pensar que hay que estar en Madrid o Barcelona» donde el alquiler «acaba convirtiéndose en una especie de rueda gigante que te persigue, al estilo Indiana Jones . Al llegar a casa extenuado después de tu gratificante jornada de camarero, o de profesor particular, es difícil recordar por qué te alejaste de tu familia para ir a la capital». Su colega se acuerda de la Constitución de 1978, concretamente del artículo 47. Ese que dice: «Todos los españoles tienen derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada. Los poderes públicos promoverán las condiciones necesarias y establecerán las normas pertinentes para hacer efectivo este derecho, regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación...».
[El cortometraje se puede ver en Filmin ]
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete