COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL

Que viene Pedro Sánchez

El gran derrotado de las municipales ha sido Pedro Sánchez

Debería alguien decirle a Pedro Sánchez que las olas suelen venir enchampeladas, y que, si lo del domingo pasado le pareció un tsunami, lo del 23J coincide con las mareas de Santiago que, como usted ya sabe, son las mareas más vivas del año. Ni ... veinticuatro horas dejó pasar el presidente del Gobierno para comunicar su decisión de convocar elecciones generales anticipadas ante la debacle del PSOE en las elecciones autonómicas y municipales. «Asumo los resultados» dijo, en un ejercicio de humildad que levantó todo tipo de sospechas, más que nada porque no estamos acostumbrados a que el autor del 'Manual de resistencia' –ya nadie se acuerda de su libro– tenga un gesto mínimamente humano.

Así que, al grito de ¡que viene la ultraderecha!, el ejecutivo de Sánchez, su núcleo duro, tomó la decisión en la noche del domingo de adelantar las elecciones generales, como si de un golpe de efectos especiales se tratara, para intentar construir un dique de contención y desviar, así, el curso de los acontecimientos que se avecinan. Porque la elecciones municipales –lo he dicho en muchas ocasiones– deciden mucho más que el gobierno de una ciudad; son, en definitiva, el ensayo general, el termómetro que mide el calentón de la gente. Y la gente ya está harta, lo vimos el pasado 28M incluso en territorios tradicionalmente socialistas, donde no ha habido espacio para la duda y el electorado ha dado su voto de confianza al proyecto del Partido Popular, cansada de tantos desmanes y de tantas 'políticas de la experiencia' –o del experimento– que nos ha ofrecido el partido socialista.

El gran derrotado de las municipales ha sido Pedro Sánchez, desgastado –eso sí– por la gestión de la pandemia, las leyes de temporada, la excepción ibérica, la subida de precios, los pactos dudosos, las migajas, la soberbia y esa manera, tan suya, de creerse capaz de caminar sobre las aguas, incluso sobre las aguas turbulentas. Ahora, con esta manera de jugar al 'todo o nada', vuelve otra vez a gritar aquello de que viene el lobo, consciente de que, a más tiempo pase, más inundado y pantanoso se va a encontrar el terreno; que si espera hasta diciembre, la ola del Partido Popular no solo le va a pasar por encima sino que lo va a revolcar hasta la orilla. Ese todo o nada es un 'ahora o nunca' –dejando en vilo, incluso, la presidencia de la UE–, que ha cogido a la izquierda tan por sorpresa que no les va a dar tiempo a organizarse y les obliga, in extremis, a buscar confluencias no deseadas, y sobre todo, les obliga a confiar en Sánchez como líder supremo.

Dicen los afines y palmeros que, de nuevo, Sánchez ha demostrado su valentía, su responsabilidad, su audacia, asumiendo la derrota y dejando que sea el pueblo el que decida. Nada más lejos de la realidad; Sánchez vuelve a hacer lo que mejor sabe: ponerse a cubierto e intentar salvar los restos del naufragio, salvándose a sí mismo. Los datos no son nada favorables y al enemigo, ni agua, que se suele decir, es el grito de guerra de Sánchez. Lo que alguien debería decirle es que el enemigo, la mayor parte de las veces, está en casa.

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