«Tierra negra con alas»
No estamos ante el mejor libro del año 2019, sino ante el gran libro de la década e incluso del siglo XXI
Hace casi dos semanas que tengo conmigo la fastuosa «Tierra negra con alas. Antología de la poesía vanguardista latinoamericana» que Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla han preparado para la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara, y deseo pregonar a los cuatro vientos ... que no estamos ante el mejor libro del año 2019, sino ante el gran libro de la década e incluso del siglo XXI.
Esta antología extraordinaria tuvo como precursor el memorable «Diccionario de las Vanguardias en España (1907-1936)» editado en Alianza Editorial por el propio Juan Manuel Bonet (Madrid, 1995), un libro que ya era colosal y que no obstante fue el primer latido de «Tierra negra con alas», título que nace del primer verso del poema «Los huracanes» del ecuatoriano Gonzalo Escudero: «¡América, tierra negra con alas!». Ya de entrada le alabo a Bonet y Bonilla que hayan elegido el verso de un poeta menos conocido que Borges, Neruda o Vallejo para nombrar esta soberbia compilación.
Hablamos de 190 poetas elegidos por poetas —pues Bonet y Bonilla lo son (y maravillosos)— y dentro de aquel universo lo mismo encontramos el único poema del boliviano Omar Estrella; la desconcertante ausencia de referencias biográficas de Lil-Nahí —de quien no se conocen ni su sexo ni sus libros— o los poemas de la mexicana Nahui Olin, personaje fascinante de la estirpe de Frida Kahlo y de la chilena Teresa Wilms, quizá la única ausencia que echo de menos en esta monumental antología.
Sin embargo, junto a los nombres secretos, preteridos y rescatados hallamos también a los grandes y canónicos poetas como el argentino Jorge Luis Borges, los peruanos César Vallejo y Carlos Oquendo de Amat, los chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda, los mexicanos José Juan Tablada y Xavier Villaurrutia, el puertorriqueño Luis Palés Matos, el cubano Nicolás Guillén o el costarricense Max Jiménez, quien le dejó a Vallejo su piso de la rue Vercingétorix durante un año; por no hablar de dos «rara avis» que escribieron sus poemas en francés: el peruano César Moro y el ecuatoriano Alfredo Gangotena. Cada viñeta biográfica viene acompañada de una golosina ilustrada que a veces es una foto y otras un apunte artístico.
Entiendo que Juan Bonilla es el autor del sustancioso prólogo de la antología y que Juan Manuel Bonet ha redactado las sumillas biográficas de los poetas antologados; mas no quisiera dejar de mencionar el gran trabajo de Ignacio Garmendia, quien estuvo al cuidado de esta magnífica edición, donde —por cierto— ninguno de los citados es especialista en Literatura Hispanoamericana. Mejor así, porque «Tierra negra con alas» no sería tan maravillosa si la selección se hubiera hecho siguiendo teorías, aplicando cuotas o discriminando ideológicamente.
Ignoro cuáles son los planes de los editores con respecto a «Tierra negra con alas», pero estamos ante una obra que debería presentarse con bombos y platillos por cada país de América Latina, porque la poesía hispanoamericana está en deuda con Juan Manuel Bonet y Juan Bonilla.
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