Tribuna libre
Jacobo Cortines: Una poética del amor
«En el mejor silencio» es un valioso exponente de la mejor poesía amorosa de nuestro tiempo
Jacobo Cortines alcanza la excelencia poética con «En el mejor silencio»
EL día 6 de abril de 1327, en la iglesia de Santa Clara de la ciudad francesa de Aviñón, Francesco Petrarca vería por primera vez a madonna Laura, cuya imagen real no desvelará nunca pero a la que dedicará en cuerpo y alma su altísimo ... quehacer poético en lengua toscana. Conmovido por aquella visión, irá elaborando en el curso de los años su prodigioso «Canzoniere», un monumento literario que no vería colmado del todo hasta los momentos finales de su vida en una sostenida ejercitación lírica que abrió las puertas de la gran poesía amorosa de Occidente prácticamente hasta nuestros días. En él trazó un itinerario sentimental que tenía mucho de autobiografía moral y de viaje interior sobre la senda de una «vita amorosa» cuya divisoria estaba marcada por la vida misma de su amada: primero los poemas «in vita» y después los poemas «in morte» de Laura, con un soneto-prólogo que abría el conjunto de textos y una oración a la Virgen que lo clausuraba como una construcción literaria cerrada y autosuficiente. Un esquema retórico que de un modo u otro sirvió de modelo a todos los grandes poetas de amor de nuestra historia literaria, desde Garcilaso a Bécquer y desde Quevedo a Pedro Salinas. Unas veces adscribiéndose conscientemente a ese prestigioso paradigma, y otras adhiriéndose a las «propiedades» del amor que Petrarca había forjado al liberar el erotismo de la abstracción escolástica y acercarlo al vivir y sentir de cada día.
El aliento de aquel gran hallazgo lírico aletea vivo y operante, libre de fáciles mimetismos, en los textos de «En el mejor silencio», el libro de Jacobo Cortines que acaba de ver la luz en la editorial sevillana Renacimiento y que es, en mi opinión, un valioso exponente de la mejor poesía amorosa de nuestro tiempo ; un tiempo poco propicio, por cierto, para la expresión del amor como un sentimiento de plenitud, hoy trivializado las más de las veces por una poética postmoderna que descree frívolamente de su trascendencia. Pero justamente por ello, por lo que tiene de excepción en el panorama de la poesía actual y de engarce con lo más noble del erotismo lírico de la tradición, este libro adquiere un valor del todo singular y distintivo. Con un lenguaje de nuestro tiempo, eleva el sentimiento amoroso a una dimensión avalada por las más altas voces líricas del pasado y ennoblece su ejercicio como la gran tarea que da sentido a todo un recorrido existencial. «Razón de amor» era el título de un texto de nuestro Medievo, y el de un libro angular de Pedro Salinas. Razón de amor que en este poemario de Cortines es también verdadera «razón de vida», como titula con acierto Ignacio F. Garmendia en su lúcido análisis introductorio.
El poeta sevillano ha recogido en sus páginas el itinerario lírico de una experiencia que al modo del «Canzoniere» petrarquesco se despliega sobre el eje temporal de la vida de Cecilia Romero de Solís, la esposa arrebatada por la muerte en mayo de 2018. Enlazando un intenso ejercicio de creación que se inicia en 1994 y se cierra con los últimos poemas hasta ahora inéditos,ese itinerario compartido funde vida y literatura en una gran operación rescatadora del tiempo que se fue y vivifica los pasos de la amada eternizados por el poder de la palabra poética, ya que «desde entonces / razón de mi vivir será / cantarte». Y escribir será entonces volver a convivir, recobrar la plenitud de antaño : «Si yo vivo, tú vives, / si respiro, respiras / si yo existo, / tú existes. / Así vendrás conmigo por las calles, / recorreremos playas y llanuras, / cruzaremos desiertos, subiremos / a los montes con cumbres más hermosas, / y seremos eternos por un tiempo”.
En ese rescate hay una escenografía exterior que se rescata del olvido: paisajes, espacios, episodios gozosamente vividos…, y un escenario doméstico y cotidiano presidido por la belleza y el buen gusto de quien en su figura llevaba implícito el don de la elegancia. Pero también una carga de dramatismo que nunca se soslaya, sólo embridada por la andadura sosegada, meditativa, clásica, de los endecasílabos y heptasílabos de las antiguas canciones liberados de rima pero dotados de un bien medido aliento rítmico. Un aire en el que se revela la armonía de aquellos grandes clásicos sevillanos del Siglo de Oro y del mismo Cernuda, que tanto se miró en ellos.
El sentimiento de pérdida de este cancionero de amor, atenuado por esa suerte de misión poética, preside todos los poemas «in morte» y se alterna tantas veces con el consuelo de una serenidad que emana de la «sencillez, la gracia y la mesura» de la destinataria de este canto. No se trata de aspirar a un encuentro futuro sino de vivir la única vida que sigue siendo posible gracias a esa misión salvífica de la escritura. Y renunciando a la vieja imagen manriqueña, será la amada la que ante la visión del mar de siempre tome la voz para dictarle a su cantor la razón última de su rescate : «Sí, yo soy ese mar que llevas dentro, / el mismo mar que recorrimos juntos, / el mar donde renazco de ti mismo. / Y el mar no es el morir, sino otra vida / que has de vivir conmigo mientras vivas».
Se consuma así, sólo por el momento, una «vita amorosa» que el tiempo seguirá alimentando de palabras en esa hermosa poética del amor que Jacobo Cortines nos ha legado desde su «mejor silencio» como un gran tesoro lírico de nuestro tiempo.
ROGELIO REYES CANO ES CATEDRÁTICO EMÉRITO DE LA UNIVERSIDAD DE SEVILLA
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