Cardo máximo
Recuento de bajas
Nuestra primera industria, el turismo, va a sufrir en los próximos meses -ojalá no sean años- cuando empezaba a levantar cabeza tras la pandemia de coronavirus
Ha pasado una semana -y miles de muertos, no se nos olvide- de una guerra que sabemos quién, cuándo y dónde la inició pero de la que nadie puede vaticinar quién, cuándo y cómo le pondrá fin. De momento, Putin la va perdiendo por mucho ... que sobre el terreno sus tropas vayan ocupando ciudades con un coste en armamento, equipos y bajas que sólo una dictadura puede permitirse. Pero las repercusiones no han hecho sino empezar: ningún bando sale indemne de una guerra. También nosotros, a cuatro mil kilómetros de Kiev, estamos empezando a pagar el precio que se nos exige por disfrutar de libertad.
No se trata sólo de que, como el resto de europeos, vayamos a pagar más de lo que veníamos abonando por la gasolina, el butano y el recibo de la luz, sino de la repercusión directa e inmediata que va a tener en algunos sectores productivos muy importantes en el tejido empresarial sevillano. Nuestra primera industria, el turismo, va a sufrir en los próximos meses -ojalá no sean años- cuando empezaba a levantar cabeza de la pandemia de coronavirus. No es que los hoteles sevillanos vayan a resentirse mucho de los pocos viajeros rusos que dejarán de venir: en 2019 los turistas de Rusia representaron apenas el 1% de los turistas alojados en Sevilla, poco más de 15.000 visitantes que generan 32.000 pernoctaciones. Pero los vientos de guerra desanimarán, sin duda, a muchos potenciales viajeros europeos de nuestros principales países emisores.
No sólo eso. El turismo, al fin y al cabo la más hermosa expresión del poder blando en las relaciones internacionales, es temeroso. Y a España le va a costar recuperar niveles de ocupación hotelera anteriores a la crisis sanitaria con un mundo cada vez más polarizado.
La merma de los viajes internacionales repercutirá en los pedidos de las aerolíneas comerciales y la merma de encargos repercutirá en la industria aeronáutica, que es el rubro principal de las exportaciones hispalenses. Sin embargo, el incremento del gasto en defensa que están aprobando los miembros de la OTAN puede beneficiar de rebote a SBB, cuya factoría en Alcalá está pasando momentos críticos.
La exposición de la agroindustria hispalense a los mercados ruso y ucraniano es muy modesta. En el campo, el cereal subirá de precio y eso puede beneficiar a los agricultores sevillanos: la provincia es líder nacional en producción de trigo duro, que es el más apreciado para panificación. En el lado contrario, los importadores de girasol experimentarán crecientes dificultades con precios cada vez más elevados. En última instancia, los consumidores debemos acostumbrarnos a pagar más por casi todo, pero gracias a Dios nuestro recuento de bajas se quedará en el bolsillo. Los ucranianos lo están pagando con sangre.
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