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Cardo máximo

Anticipación

Corremos contra un reloj implacable que nos va mordiendo los talones

Javier Rubio

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Ser el primero. En lo que sea, como sea, cuando sea. El caso es poder presumir de haber llegado antes, haber estado antes, haberse aburrido antes… Vivimos en la era de la anticipación. Hemos ideado algoritmos capaces de intuir -me resisto a escribir adivinar- en ... una probabilidad muy alta lo que buscamos en cuanto empezamos a teclear en el buscador. Hemos desarrollado toda una rama de la estadística especializada de predecir el comportamiento demoscópico de las masas de votantes y las empresas de gran consumo invierten enormes sumas de dinero en anticiparse a las necesidades (reales o ficticias) de los consumidores y darles adecuada respuesta. Las materias primas, las cosechas, los productos semielaborados y los bienes de equipo se negocian mediante contratos de futuros que van marcando la tendencia de los precios venideros antes, naturalmente, de que éstos lleguen. Siempre por delante, iluminamos las calles de la ciudad por algo que vagamente nos recuerda a la Navidad cada vez con mayor antelación: ya vamos por el 26 de noviembre, cuando todavía no había empezado el Adviento. Y nuestra propia experiencia está repleta de anticipos a modo de episodios pilotos que consumimos con voracidad sin jamás hincarle el diente a la serie completa: nos agotan las vísperas, las previas nos dejan sin fuerza para jugar el partido.

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