Andalucía, de cine
Acelerando partículas
«Lo incomprensible es que lo del acelerador de partículas sea la excepción y la regla sea la trifulca, la apropiación sectaria de la iniciativa propia y el rechazo apriorístico de la del contrario»
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Iniciar sesiónPara todos los que nunca nos hemos manejado bien con la ciencia, comprender qué es un acelerador de partículas es cuestión complicada. Ya lo pasamos realmente mal para averiguar la fuerza mínima que tendrían que aplicar dos amigos para subir un piano de tantos kilos ... por una rampa inclinada unos cuantos grados. Qué necesidad habría, si entonces ya existían las páginas amarillas.
Con este nivelito, calibren lo que cuesta discernir sobre un aparato que permitirá estudiar cómo hacer el tránsito de la fisión nuclear a la de fusión. Yo, en cuanto me cuentan lo de los átomos de uranio bombardeados por neutrones me agacho, por si acaso.
Pero si hay que ir se va. Y es necesario. Pues resulta que un pequeño pueblo de 800 habitantes de Granada, Escúzar, puede ser donde se levante en no demasiado tiempo ese acelerador de partículas llamado IFMIF-Dones que puede convertirse en la mayor infraestructura científica de la historia de España. Que vale, que es España. Pero que ya es mucho. Y en Escúzar. Andalucía.
Se trata, resumiendo mucho, de buscar una nueva energía nuclear sostenible, inagotable y que no dependerá del muy contaminante uranio. Y si queremos seguir bajando el balón al suelo, debería ayudar a que ni usted ni yo nos lleváramos las manos a la cabeza a la hora de recibir la factura de la luz. Entre otras muchas cosas.
Por eso se entiende a la perfección que un proyecto así, auspiciado por la Universidad de Granada, haya concitado desde el principio un consenso institucional de primer orden. Que el Gobierno central y la Junta de Andalucía hayan ido siempre de la mano (incluso con los cambios de colores que han tenido en los últimos años) en pos de que triunfe la candidatura granadina (lo pelea con Japón).
Lo incomprensible es que lo del acelerador de partículas sea la excepción. Que la regla sea la trifulca, la apropiación sectaria de la iniciativa propia y el rechazo apriorístico de la del contrario. Sería de matemáticos calcular cuántos proyectos pueden haberse frustrado por actitudes así. Eso acelera, pero otras cosas. Así se les cayera el piano encima.
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