Bola extra

Si recuerdan, después del gran susto de 2020 comenzamos 2021 con otra tremebunda desazón en el cuerpo. Fue pasar el día de Reyes y enterarnos del gran número de conocidos que se habían contagiado durante las Navidades. Y lo peor, que algunos de ellos pasaban por el hospital. Qué no decir de los que de no salieron.

Este 2022 vuelve a arrancar con miedo e incertidumbre. Aunque con otra sensación. Los contagios son muchos más pero la gravedad de las consecuencias que generan es mayoritariamente menor. La ciencia, una vez más, se ha demostrado como nuestra gran aliada. Esta vez, para reconquistar grandísimas cotas de la vida que queremos y un día creímos perdida para siempre.

Pero cuidado. De todo el episodio Covid pocos sacarán que salimos (cuando salgamos al fin del todo, que lo haremos) más fuertes. Ni mejores personas. Menos aún colegirán ufanos que vaya grandes estadistas tenemos al timón de nuestro velero. Ya se quejó de ello Remedios Amaya en 1983 y qué poco caso le hicisteis.

No. El curso de la pandemia toda, y sobre todo viendo lo que ocurre con ómicron cuando ya nos creíamos de nuevo inmortales, para lo que vale es para dejarnos claro que cuando comienza un nuevo año gozamos de una bola extra que no deberíamos desperdiciar. Preocuparnos de lo que verdaderamente es trascendente y tratar de conducirnos por el tablero de juego con la mayor humanidad y bondad posible deberían ser los principales propósitos a hacerse en estos días tan señalaítos. ¿Lo conseguiremos? Vamos a intentarlo, aunque sea sólo un rato.