PÁSALO

El sibwanismo monclovita

España tiene con la factura nacionalista otro tiro en la nuca

Qué cara nos cuesta su deslealtad. Qué carga más pesada soportamos sobre nuestra agotada capacidad fiscal para que sigan queriendo más y más. Son como ese restaurante marbellí que por dos hamburguesas y un champán francés le endiñaron, sin compasión, a los clientes una lápida ... de cuatro mil euros. A mayor gloria del navajazo hostelero. Pero los navajazos que les refiero son políticos y presupuestarios. Y la multiplicación del daño de las heridas son cada vez más obvias. No, no, no voy a deciros que la España cosida a estocadas contributivas para contentar a los insaciables nacionalismos vasco y catalán sea culpa exclusiva de este gobierno. Viene de atrás. Desde el fatídico día en que se creyó mejor contentarlos a base de dinero que buscar otras soluciones menos suicidas para gobernar. Lo de ahora, sin dudas, es la apoteosis de tan nefasta tendencia. Y lleva, sí o sí, el apellido de Sánchez el hermoso, porque con ellos gobierna y ante ellos se inclina. Los mil setecientos millones para El Prat son la penúltima evidencia. Previamente, Ábalos ya concedió once mil millones para los cercanías catalanes. Realmente están cada vez más cercanos al despropósito que a la igualdad entre españoles. Forma parte de su plan de convivencia: indultos, propinas suculentas y trozos de estado sobre la mesa bilateral...

El hermoso alivia el apetito voraz de los insurgentes con el sudor del trabajo de las clases medias y populares del resto de España. La asimetría y la desigualdad crecen de forma oncológica que, convertidas en otro impuesto revolucionario, destrozan la salud y la vida del resto de la nación. España tiene con la factura nacionalista otro tiro en la nuca. No tan salvaje como el que firmaron los hoy santificados como hombres de paz. Pero no menos sangriento para nuestro presente y futuro. El Prat será ampliado, también lo será Barajas, para que Ayuso no le dé el verano, pero en Extremadura el tren del que disponen es tan solo un poco mejor que el de la bruja de la feria, el Campo de Gibraltar se hunde en un destino africano y, pecando de localistas, la capital de Andalucía es incapaz de sacar adelante su segundo proyecto de circunvalación. Este gobierno al que se le llena la boca, y también algunos bolsillos, con la política de igualdad, ha convertido la desigualdad en su emblema. España, la constitucional, va dejando de existir para proclamarse, sin ningún texto legislativo que lo refrende, en un estado federal de dos categorías que, paradójicamente, imponen los separatistas.

A base de colocar sobre la mesa trozos y trozos de Estado, han descuartizado la nación, en beneficio de los que le habían declarado su abierta hostilidad, hasta llegar al golpismo. Es tan deshonroso ya el sibwanismo de Moncloa que hasta Educación desprecia en el Parlamento Europeo la sentencia del TSJC sobre la obligatoriedad de un 25% de enseñanza de castellano en las escuelas. Maldigo los días en los que pienso en negro e imagino a España contra España con resabios balcánicos, porque, al final, facturas como las de Marbella siempre llevan a enfrentamientos obligados y a ver las manos de los saqueados por la cara del estafador…

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