PUNTADAS SIN HILO
La lamentable derecha española
En el momento más delicado de la historia de España desde la Guerra Civil, PP y Vox son incapaces de ejercer una oposición mínimamente sólida
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Iniciar sesiónSe habla —quizás sea más exacto decir se escribe— mucho de la escasa altura de miras de la izquierda española, de cómo ha entrado en un bucle de radicalización que le ha hecho perder el sentido de Estado o del bajo nivel de sus políticos. ... Pero no tanto del lamentable espectáculo de la derecha, cuyos dirigentes no mejoran lo que se ve en la acera (ideológica) de enfrente. Ayer se sabía que la presidencia del Congreso iba a terminar en manos del PSOE con el apoyo de sus socios independentistas, pero se suponía que enfrente se iba a vislumbrar un bloque sólido como alternativa a Frankenstein. Sin embargo, el PP y Vox volvieron a defraudar y a perderse en un estúpido laberinto de disputas con el que solo demostraron no estar a la altura de las circunstancias.
En el momento más delicado de la historia de España desde la Guerra Civil, los dos partidos que se atribuyen las más férreas convicciones patrióticas son incapaces de ejercer una oposición mínimamente sólida. Si hay una palabra que define al centro derecha nacional en los últimos cinco años es decepción. En lugar de fortalecerse ante el empoderamiento del secesionismo auspiciado por el PSOE, han mostrado una manifiesta incapacidad para ahormar la alternativa que reclaman más de doce millones de españoles. No han conseguido consolidar equipos humanos solventes —hemos visto desfilar a Sáenz de Santamaría, Casado, García Egea, Olona, Ortega Smith, Espinosa de los Monteros...— ni, lo que es peor, una propuesta política coherente. Han pasado cinco años y a la derecha del PSOE no saben todavía si caminar de la mano, juntos pero por separado o a garrotazos. Lo han probado todo y ninguna fórmula se ha demostrado eficaz. El único bagaje que pueden aportar a los españoles es la frustración.
La competencia entre ambas formaciones hace prácticamente imposible derogar el sanchismo, el mantra que repetía Feijóo en la campaña del 23J. En Sevilla, a Vox le faltaron 7.000 votos para un segundo diputado y a la candidatura del PP le sobraron 20.000, que se perdieron en el limbo electoral. Sensu contrario, en seis provincias en las que Vox no logró representación el PP hubiera logrado un diputado más de poder contar con los votos perdidos de la formación de Abascal. Con esos diputados Sánchez no estaría en el poder. En la izquierda ocurre lo mismo, pero el PSOE tiene seis o siete socios —lo peor de cada casa, pero eso no le importa a Sánchez— en los que apoyarse. El PP y Vox solo se tienen a ellos mismos, además del apoyo residual de UPN. Y es un conflicto sin solución, porque ambos partidos creen que la culpa es del otro por existir. Se trata, al final, de un problema de falta de pragmatismo político, de capacidad camaleónica para adaptarse al medio con el fin de sobrevivir. Exactamente la virtud que le sobra a Pedro Sánchez.
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