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Sevilla al día

Diecinueve años

Restaurar a la Virgen de Sevilla es un ejercicio de responsabilidad extremo que hay que saber explicar

Javier Macías

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En las casas de Sevilla todos amanecimos ayer con la voz dormida aún y una pregunta directa entre las sábanas: «¿Oye, has visto a la Macarena?». El impacto sobresaltó, y de súbito dimos un salto en la cama, ya no había sueño. En los grupos ... de WhatsApp había decenas de notificaciones, fotos del antes y el después, comentarios de todo tipo, la mayoría de indignación. Comenzaba el debate entre quienes (los menos) veían el regreso de la Esperanza a los 19 años, sin los brillos de hace una semana, sin la oscuridad ennegreciendo su rostro, sin esa pátina de barniz que se le acabó revolviendo hacia una morenez impostada que nunca fue la suya. Y quienes no la reconocían, con ese rostro más afilado, la blancura de la limpieza y los pómulos menos marcados, y con unos desproporcionados abanicos por pestañas, como le cantó Rafa Serna, cambiándole la expresión radicalmente, quizá achicándole los ojos negros por ese efecto visual de una mujer arreglada que se ha aplicado el rizador, a la que le cambia el gesto de la mirada.

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