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SIN ACRITUD

Que se ponga el enemigo

Es evidente que nos hemos cargado el espíritu de la Transición, pero en algún momento habrá que volver a él

Ignacio Moreno Bustamante

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Con permiso de ustedes voy a hacer una llamada importante porque tenemos un follón con la guerra que no nos aclaramos. ¿Es el enemigo? Que se ponga». Uno de los mejores recuerdos de mi infancia está atrapado para siempre en la sala de estar de ... la casa familiar, mi padre desternillado viendo a Gila en la vieja tele Sanyo. «A mí es que me fusilaron mal», contaba aquel señor mayor disfrazado de soldado. Y mi progenitor se tiraba al suelo. De la risa. El de Miguel Gila era un humor ingeniosísimo, basado en el absurdo. Y muy meritorio, porque consistía en reírse de sí mismo. Gila tuvo una vida de perros –si me permiten la expresión los animalistas–. Desde muy pequeño vivió en sus carnes la miseria y todos los males de la guerra y la posguerra. Su gran virtud fue convertir su tragedia en comedia. Le tocó luchar en el bando republicano y contaba que llegó a estar frente al pelotón de fusilamiento, pero que los soldados franquistas que iban a ejecutarle estaban borrachos y no acertaron, por lo que se tiró al suelo y se hizo el muerto.

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