Sin acritud
Cornudo y 'apaleao'
La clase media andaluza recibe con agrado las rebajas fiscales de la Junta, por pequeñas que sean, porque está harta de ser la que paga siempre la fiesta y que encima la tachen de insolidaria
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Iniciar sesiónAdam Smith, gran gurú de la economía liberal -o del capitalismo, si lo prefiere-, defendía hace ya casi tres siglos en su libro 'La riqueza de las naciones' que cuanto menos interviniera el Estado en las cosas del comer, mejor que mejor. El mercado es ... capaz de regularse por sí mismo mediante la oferta y la demanda y los mandatarios políticos deben limitarse a garantizar la justicia, la seguridad y las infraestructuras básicas mediante el cobro de impuestos. Hoy podríamos añadir la educación y la sanidad. Se ve que en el último tercio del siglo XVIII la conciencia social era, por decirlo suavemente, distraída. En el lado opuesto podríamos colocar a Karl Marx y su 'Manifiesto comunista', en el que unas décadas más tarde aspiraba a cargarse la propiedad privada y construir una sociedad sin clases. A base de esquilmar a la clase media, claro. Perdón por tan simplista resumen de las dos corrientes sociales y económicas por las que llevamos siglos peleándonos. Discutiendo. Matándonos. Literalmente. Pero usted me entiende.
Como todo en la vida, entre una postura y otra, la virtud siempre estará en el término medio. El tema es que quien toma hoy día en España la decisión de dejar la mayor parte de los frutos de nuestro esfuerzo personal en nuestros bolsillos o esquilmarnos y sacarnos hasta los hígados es mucho más cercano al comunismo de Marx que al liberalismo de Smith. Bien está. Tiene todo el derecho a hacerlo, que para eso la aritmética parlamentaria le ha dado para ser el jefe del Ejecutivo gracias a sus pactos con la izquierda más radical y recalcitrante y la derecha más reaccionaria e independentista. No ha transgredido ninguna ley por ello -su moral y su conciencia son otra cosa- y la Constitución le ampara. En algún momento se acabará su ciclo y empezará otro. El que sea. Pero mientras tanto estaría bien que no nos tomara a todos los españoles por tontos con esos anuncios acaramelados y ridículos que nos están metiendo por los ojos con el rollo de los beneficios de pagar impuestos. 'Lo que pagas vuelve' o algo así dice el eslogan. Qué palabra más antigua, eslogan.
Hacienda nos mete tremendos hachazos hasta por pestañear. Una vez al año en la declaración, todos los meses en nuestra nómina y todos los días cuando le compramos un pantalón al niño, salimos a cenar o echamos gasolina. Y pese a ello el tándem Sánchez-Montero quiere que nos sintamos mal con nosotros mismos. Resulta patético. Y cabreante. Sobre todo -puestos a hacer demagogia juguemos todos- cuando vemos cómo dilapidaban nuestros impuestos Cerdán, Ábalos o Koldo. Cuando constatamos que la ayudante de la mujer de Sánchez, pagada por todos nosotros, la ayudaba con sus chanchullos personales. O que al hermano le pagaban el sueldo de músico por la cara en Badajoz. Los impuestos vuelven. Pero por lo visto a unos mucho más que a otros. Por eso, aquí en Andalucía, se han recibido con tanto agrado las rebajas fiscales para los celiacos, por las mascotas o para el gimnasio. Por pequeñas que sean. Porque la clase media está harta de ser la que paga siempre la fiesta y que encima la tachen de insolidaria por no sonreír cuando le ponen la navaja al cuello. Harta de ser cornudo y 'apaleao'.
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