Profesiones de riesgo
Esos políticos, sindicalistas, tertulianos y actores que tensan las quijadas y sirven una ración diaria de agresividad son en parte responsables de estas violencias cotidianas
SEVILLA
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Iniciar sesiónDe qué nos vamos a extrañar. Cada vez que uno escucha hablar a una serie de políticos, a muchos, percibe en la violencia verbal o incluso gestual una dosis de agresividad que deja algún poso en el que recibe el mensaje. Y ocurre que a ... una parte de los sujetos receptores acumulan esa furia en la batería que lleva en su cerebro. Hablo de la violencia verbal de políticos, sindicalistas, tertulianos, presentadores, actores y actrices que reciben Goyas y otros géneros o subgéneros. La violencia prende una llama. Lo difícil después es apagarla. Día sí, día también nos encontramos con agresiones en los centros sanitarios. Eso no ocurría en otros tiempos. Hay médicos y enfermeras que van a trabajar con miedo ante el temor de que alguna decisión no satisfaga al usuario y este, con las baterías muy cargadas, las descargue.
La última agresión conocida ocurrió en el centro de salud del Polígono Sur, donde hay cantidad de profesionales con una vocación de servicio increíble. Gente comprometida que lleva allí tiempo y no pide el traslado a otro barrio con menor problemática social. Bien es verdad que la situación sanitaria a veces te agota. Cuando entras en la web y ves que no te dan cita hasta dentro de tres semanas para el médico de cabecera, cuando recibes la carta del especialista y te dicen que vayas en siete meses para que te vean ese problema que tienes... es probable que en algún momento pierdas los nervios de manera razonable. Lo no razonable es llevar esas quejas a la agresión física. A la bofetada que una señora que no era ni la enferma, le dio a la enfermera porque ésta se negaba a que el paciente se saltara la cola. Los docentes tienen un problema similar con los padres de los alumnos o con los mismos alumnos que no respetan la autoridad del profesor ni las decisiones que toman. Esos políticos, sindicalistas, tertulianos y actores que tensan las quijadas y sirven una ración diaria de agresividad son en parte responsables de estas violencias cotidianas. Cuando no haya médicos ni maestros empezaremos a querer poner remedio.
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