pásalo
En descenso permanente
Los españoles estamos como los abuelos de Roquetas, más preocupados por los macarrones que por el Código Penal
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónUnos pensionistas que pasaban en un hotel de Roquetas de Mar sus bien ganadas vacaciones se han sentido estafados por la dirección ya que, según su paladar, la comida era repetitiva y escasa. Albondigas, pollo y macarrones con tomate es la carta de la que ... se quejan, quizás con más razón que un santo. En Sevilla, los comedores sociales, clamaban la pasada semana por un exponencial crecimiento de la demanda, pasando de dar de comer a ciento cincuenta o noventa demandantes a trescientos, en su mayoría inmigrantes del otro lado del Estrecho. Ir al supermercado a comprar aceite se ha vuelto casi tan temerario como ir a una joyería en busca de unos bonitos y caros pendientes. Y la subida de más de un quince por ciento de los precios de la alimentación, pese a la moderación del IPC, lo vendería el Gobierno como la necesidad de bajar de peso y seguir una estricta dieta en beneficio de nuestra salud. La clase media sigue en descenso permanente. Bajando escalones con la misma celeridad que los subió la pasada década hasta que Lehman brother nos apagó la luz de la fiesta y cerró bajo llaves el champán en la nevera. En palabras de un letrado de Olvera, con el que comparto amistad desde su época universitaria, hoy la clase media trabaja el doble que antes, cobra tres veces menos y paga más impuestos que nunca.
Tampoco es mentira que parece que nos miró Polifemo con su ojo maldito. Porque la concatenación de acontecimientos que le han dado la vuelta a nuestro mundo como a un calcetín desahuciado no necesita de muchas explicaciones para entender que el meteorito lo tenemos encima de nuestras azoteas. La crisis energética, la crisis bélica de Ucrania y la crisis agrícola provocada por el llamado estrés hídrico, son tres imponderables que explican con buena letra lo que estamos viviendo. Debe ser que cuando un mundo se resquebraja por tensiones de mercado y de políticas en estado de alerta para dar el zarpazo, los más vulnerables y dependientes, lo sufrimos por donde Aquiles era más frágil. Ese es nuestro talón. Europa es cada vez más la vieja dama que para salvar las joyas de la familia no se empacha en hablar con Xi Jinping o con Maduro, buscando lo que parece que perdió con EE.UU. Confieso que el misil no identificado que cayó en Polonia me desasosiega.
Sumamos ocho mil millones de bocas en un planeta que ha reunido en una ciudad residencial del Sinaí a sus cráneos más privilegiados para evitar el colapso climático. Las nuevas religiones siguen como las de siempre, asustando con demonios apocalípticos el fin de los tiempos. Hay científicos y especialistas climáticos que dudan de este apocalipsis a los que, ipso facto, se les cuelga el sambenito de negacionistas y arden en el desprestigio académico. En Egipto no se va a solucionar gran cosa. Porque China, India y EE.UU, diga lo que diga Biden, van a seguir en lo suyo. Así las cosas, hay políticos tan cegatos que pretenden que Juan español ande indignado por lo que Sánchez quiere hacer con el Código Penal, ese felpudo jurídico para malversadores y sediciosos. Sin percatarse que la españolidad está como los abuelos de Roquetas, angustiados por seguir comiendo todos los días…incluso macarrones con tomate.
Límite de sesiones alcanzadas
- El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a la vez. Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Has superado el límite de sesiones
- Sólo puedes tener tres sesiones iniciadas a la vez. Hemos cerrado la sesión más antigua para que sigas navegando sin límites en el resto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para registrados
Iniciar sesiónEsta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete