Sevilla en un limbo

En un simple paseo se descubre cómo nos quedan espacios históricos, pero sin futuro definido. Se hace un enorme -y obligado- esfuerzo por rehabilitarlos, pero desconociendo para qué servirán, cuál será su contenido. Como si sólo fueran hermosas almendras de memoria vaciada.

Es lo que ocurre con edificios como las Atarazanas, San Hermenegildo, el antiguo Matadero de la Puerta de la Carne o la Fábrica de Artillería en la que se ha hecho una excelente rehabilitación, pero con un vago destino cultural del que desconocemos su programación inmediata.

También se encuentran varados en un limbo espacios como la Moneda con el solar del Corral de las Herrerías y la Torre de la Plata. Mientras que la ampliación del Museo de Bellas Artes es una incógnita con mucho ruido político que cumple ya décadas de desidia. Y entre nuestras desolaciones y desengaños diarios el Teatro Lope de Vega permanece cerrado y con dudas sobre el estado real del edificio. Un incierto e ingrato mapa cultural en una ciudad con soberbios escenarios patrimoniales.

Una incertidumbre que extraña en una ciudad con tanta fuerza histórica donde nuestra dilatada experiencia con la realidad patrimonial no debería provocar tanto desconcierto e inoperancia. La rehabilitación de los espacios del pasado está en la clave de bóveda de nuestro presente. Por eso se debería trabajar sabiendo qué futuro uso tendrán esos paisajes memoriales. Si no, corremos el peligro de invertir y trabajar a ciegas, en un absurdo libro de bitácora sin rumbo. Creando hermosas cáscaras vacías que no recuerdan lo que fueron. Un patrimonio sin futuro.