EN LÍNEA

Mientras

El verano andaluz se diluye lejos de la sensación de mortalidad, cómodo, sordo, indolente pese a la dimensión de la desgracia humanitaria

Mientras su vecino del quinto ha pasado las tres semanas de vacaciones en el adosado de Conil quejándose de los disparatados precios de los bares; y su asesor fiscal le ha acribillado a mensajes sobre el desastre de los trenes españoles y las demoras que ... no le han permitido llegar dos días antes, como pretendía, a la fiesta del cincuenta cumpleaños de su primo cordobés en la Costa Brava; y mientras aquel chico se lamentaba en uno de sus trayectos del Interraíl de las dos décimas que le han faltado para acceder a la ingeniería favorita y su mejor amigo, entretanto, se preocupaba por no poder coincidir este agosto en los palcos de las carreras de Sanlúcar con sus dos primos porque estaban de travesía familiar por el Cabo de Gata; mientras el cliente francés de Alfonso, el agente inmobiliario, gruñía por tener que pasar una noche fuera del chalet de los Alemanes a causa del incendio en Atlanterra; mientras cruzaban notas de prensa populares y socialistas acusándose de todo tipo de negligencias en la gestión en el ministerio tal o la consejería cual; mientras se ha empezado a reparar el techo de la mezquita; mientras los dirigentes aludían al reparto de menores migrantes como si hablasen de jureles en la plaza; mientras María pasaba su semana de angustia y asimilación de que el tiempo arrolla al comprobar que su hija ya no es una cría y sí un proyecto de adulto camino de su curso universitario al otro lado del mar; y Ricardo suspiraba ante el espejo de la velocidad a la que han pasado los años por su huidizo cabello reteniendo una lágrima por lo que pudo ser y no fue; mientras todo esto ocurría durante el verano azul y fuego de los andaluces, el ejército de Israel ha asesinado a miles de civiles indefensos, acorralados en un palmo de terreno, entre ellos cientos de niños como todos esos que usted conoce y que no han tenido la suerte de nacer en el lugar idóneo.

Es obvio que el estado judío tenía derecho a una legítima defensa tras los terribles atentados del 7 de octubre de 2023, pero a esa justificación se le presuponía un límite que los hebreos han excedido con creces vulnerando cualquier norma bélica y ética mediante la masacre de ciudadanos que está perpetrando desde hace meses en Gaza. Por supuesto, es igual de obvio que el que suscribe cae en un argumento demagógico al comparar los problemas cotidianos y mundanos del veraneante sureño con el inenarrable sufrimiento de los gazadíes. Así es. Mas la idea no es cotejar, ni siquiera relativizar nuestros dilemas rutinarios, sino sencillamente incidir en la asombrosa indolencia con la que pasamos los días pese a la cercanía y la dimensión de la desgracia humanitaria y de la despiadada campaña israelí. Cómodos. Ajenos. Ciegos y sordos. Lejos de la sensación de mortalidad. Encadenados a la indiferencia entre rosas sin espinas que, pese la sublimidad de sus pétalos, no huelen a nada. El tiempo nos juzgará a todos.

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