La Tribu
Es bueno
El firmamento asiste diariamente a esa función, y sabe dónde la obra tiene escenas inevitablemente dolorosas
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Iniciar sesiónUN gran teatro. La naturaleza es un gran teatro donde todo lo que se representa es verdad; no hay drama que no lo sea, que no duela, que no entristezca; ni sainete que no esté sucediendo; ni comedia que no sea recibida con aplausos y ... vítores por los espectadores. La naturaleza es un gran teatro por cuya escena se mueve el hombre en función de sus necesidades y las de la tierra; con sus alegrías o las alegrías de la tierra; con su desesperación o la desesperación de la tierra. El firmamento asiste diariamente a esa función, y sabe dónde la obra tiene escenas inevitablemente dolorosas; de dónde, si pudiera, quitaría algunos sucesos, dónde colocaría otros, qué aconsejaría al hombre, qué le evitaría…
Se están vistiendo de oro las naranjas, y el cielo lo ve, y se alegra. Y se alegra con todo lo bueno que está sucediendo, que sabe que está próximo a salir el cuadro de la otoñada, y ésta saldrá esplendorosa de yerbas, rica en apariciones de asombros espontáneos de libretos seminales que dormían ahí, nadie sabe dónde, y salen y dicen perfectamente su papel. Un gran teatro. Cuando el tiempo, después de oír cómo la tierra rezongaba pisando terrones duros, se ha puesto de tempero, cuando el campo tiene el necesario equilibrio, andar por las hazas es andar por el suelo de un Génesis que se repite cada vez que las cosas asoman a su debido tiempo, luz, árboles, aves, animales, aguas… Y el hombre. «Y vio Dios que todo era bueno». Sí, es bueno. Si, hace unos meses, andar el pinar apenaba, andarlo hoy es recoger en el aire el olor aceitoso de la jara que responde así, agradecida, al milagro de las lluvias. Todo el pinar huele, estimulado por los chaparrones. Todo el monte huele. Y huelen a salud los olivos, y huelen las huertas, y las veras del río —el río mismo—, las alamedas, el castañar, las encinas, los caminos, los vallados, las hojas donde todavía tiemblan las gotas de las últimas lluvias. El cielo bajó y dejó su líquido regalo en la tierra. Ahora debe responder la semilla dormida. Y cuando el arado entre, las carnes del campo, saciada la sed, le ofrecerán su reino a la siembra. Y Dios, feliz, verá que todo es bueno.
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