TRIBUNA ABIERTA
El amor en San Juan de la Cruz
El punto de partida del encuentro con Dios, según San Juan de la Cruz, consiste en tomar conciencia de un gran malentendido: el cristianismo no es un conjunto de doctrinas, de ritos, de simples reglas morales
Alberto Álvarez Pérez
San Juan de la Cruz es considerado como uno de los más grandes místicos de la historia. Presenta en sus escritos la senda que conduce a la unión con el Señor. Jugó un papel de suma importancia dentro de la reforma carmelita que se dio ... en el siglo XVI
San Juan de la Cruz nació en el año 1542 en un lugar llamado Fontiveros, un pequeño pueblo ubicado en Ávila. Sus padres fueron Gonzalo de Yepes y Catalina Álvarez, quienes trabajaban como tejedores, pues en su pueblo se daba mucho la economía agrícola y ganadera, además de la producción de telares. Quedó huérfano de padre a una corta edad por lo que su madre fue quien decidió trasladarse vivir a Arévalo, en vista de que no contaba con ningún tipo de ayuda de sus familiares. Cuando cumplió los 21 años, San Juan de la Cruz decidió ingresar a la Orden de los Carmelitas de Medina y cambió su nombre a Fray Juan de Santa María. Tomó cursos en la Universidad de Salamanca y se graduó como bachiller en artes. En 1567 se ordena como sacerdote, y tiempo después se une a Santa Teresa de Jesús, a quien le ofrece su apoyo en agosto de 1568.
A finales del siglo XVI, la ciudad de Sevilla contaba con más de 50.000 habitantes, lo que nos puede dar una idea de la importancia del lugar: era posiblemente las más habitada de España.
El 26 de mayo de 1575, Santa Teresa fundó en Sevilla convento de monjas, que poco después en 1576 se trasladó a la calle Pajería, hoy calle Zaragoza. Por entonces, San Juan de la Cruz estaba en Ávila, como vicario y confesor de las Monjas de La Encarnación (que albergaba 130 monjas), nombrado por Santa Teresa (1572-1577). Fueron años turbulentos en la Reforma de los Descalzos, de hecho, estuvo en ese año -1575- tres días preso por los Calzados.
Pasaría el tiempo, luego vendrían los nueve meses de prisión en Toledo, y el 11 de junio de 1586, estará en Sevilla, presidiendo como vicario de Andalucía el traslado de las monjas a su residencia definitiva, en el barrio de Santa Cruz, actual calle Santa Teresa. En 1587 fundó el convento de Santo Ángel y así otros más en la provincia de Sevilla.
El punto de partida del encuentro con Dios, según San Juan de la Cruz, consiste en tomar conciencia de un gran malentendido: el cristianismo no es un conjunto de doctrinas, de ritos, de simples reglas morales. El cristianismo es ante todo y sobre todo el encuentro con el amor de Dios, que nos ha creado por amor, que nos ha redimido por amor, y que nos rodea constantemente con su amor. Así lo explica San Juan de la Cruz: «El alma que está enamorada de Dios es gentil, llena de humildad y paciencia».
Esta obligación no consiste en comprender plenamente el misterio del amor de Dios, algo imposible, ni en tener claro qué hacer para servirle. Constituye más bien el punto de partida de un proceso de encuentro con el Señor, que dura toda la vida. «Buscad leyendo y encontrarás meditando», escribiría San Juan de la Cruz.
Una vez que el alma cae en la cuenta del amor de Dios, experimenta la necesidad de purificar su alma, es decir, de alejar de sí todo aquello que la separa del Señor.
En el Cántico Espiritual, 'Canciones entre el alma y el esposo', San Juan muestra cómo el objetivo de la purificación del alma consiste en amar a Dios con el mismo amor con que es amada. San Juan de la Cruz pretende darnos a conocer el sentimiento amoroso, de fe; un sentimiento que puede producir dolor, aunque a veces también satisfacción.
Otro principal aporte de San Juan de la Cruz está en el campo de la poesía, pues fue él quien logró establecer un punto de encuentro en la tradición literaria introduciendo formas literarias de diferentes orígenes. La inclusión de la poesía italiana y la poesía popular estuvieron impulsadas por San Juan de la cruz, así como el renacimiento español. Fue un punto de suma importancia para el cántico espiritual gracias a su fundamento en la Biblia, la cual usó como modelo para establecer su estilo literario. Dejó un legado relevante por medio de sus historias y vivencias religiosas. Logró plantar y comunicar inquietudes, asumió corrientes espirituales, estéticas y literarias, llegado a los recursos del lenguaje poético.
Se puede decir que hay una intensa pasión de amor divino y un deseo de fusión con el Amado, lo cual consigue mediante la experiencia de la unión mística. Emplea un lenguaje limpio, natural y elegante -claramente renacentista- para resaltar con intensidad aquello que expresa el alma. Para mostrarnos su sentimiento, claramente inefable, utiliza metáforas y, sobre todo, símbolos; de ahí que se reconozca a este poeta místico como el creador de un lenguaje simbólico para expresar aquello que con simples palabras es prácticamente imposible de describir: el sentimiento de amor y fe.
En definitiva, podríamos decir que los escritos de los mejores místicos de la historia se convirtieron en una guía importante para alcanzar la unión con Dios. Y San Juan de la Cruz lo tuvo siempre muy en cuenta.
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