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La huella sonora

Una caja llena de cartas

El mundo era mejor cuando simplemente te despedías, cuando el 'adiós' era 'adiós' y lo era de verdad, con la tristeza que conlleva, y no como ahora, que apenas es un interregno entre wasaps

La tontería de la derecha punk

Arde mi tierra

Cabinas de teléfono público, en la Puerta del Sol, en 1980 SANZ BERMEJO
José F. Peláez

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Los últimos 90 fueron duros, nos pilló el grunge, el metal, el apogeo del hard rock, del brit-pop e incluso el de una electrónica bastante interesante como la de Moby, al que tuve la suerte de ver en Warfield de San Francisco, en ... una noche legendaria. Nos pilló la universidad en un ciclo de crecimiento económico y de optimismo tan ingenuo como real. Y, por si fuera poco, nos pilló el amor. Como para no ser felices, como para no atrapar cada instante en la retina, como para no conocer todos los bares entre 'El Viajero', de La Latina y 'El Chozu', de Comillas. El mundo era por entonces un lugar fantástico donde cada encuentro era un milagro imprevisto. Los amigos y los amores eran constructos de nuestro imaginario y resquicios de recuerdos, porque las personas, por entonces, no estaban disponibles veinticuatro horas al día para ti al otro lado de una conexión de datos.

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