Aumentan las entradas ilegales en Alemania por las fronteras del este

Todo el pasaje ilegal, que incluía dos niños de corta edad, procedía de Siria e Irak. El primer examen médico mostró claros signos de deshidratación. Viajaban sin agua ni alimentos en el remolque cerrado. Tras la detención de la camioneta, que tuvo lugar el 13 de junio, han sido instalados en un centro de recepción para refugiados de Dresde.

Lejos de constituir un caso aislado, este tipo de tráfico de personas tiene lugar a diario en las fronteras alemanas y la Policía constata que se trata de un fenómeno en aumento. El número de entradas ilegales desde Polonia, la República Checa y Suiza detectadas en junio por la Policía fue de más de 7.200 personas, 600 más que en el mismo mes del año pasado. El dato, que usualmente no se publica, fue solicitado por el diputado de la CDU Alexander Throm al Ministerio de Interior y publicado después por 'Die Welt'.

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En la frontera con Suiza, el número de entradas no autorizadas y bloqueadas por la Policía se duplicó en comparación con el año anterior hasta casi las 700. En la frontera con la República Checa fue un 50 por ciento más y el número aumentó a casi 1.600. Las entradas ilegales exitosas, que la Policía no lograse detectar a tiempo, podrían multiplicar fácilmente por cuatro estas cifras, según las estimaciones policiales.

Solo el número de cruces ilegales en la frontera con Austria se ha reducido mínimamente este verano, junto con las procedentes de Dinamarca y Francia. «Más que nunca, Alemania necesita la protección de sus fronteras con Polonia, la República Checa y Suiza», dice Throm, que denuncia que «muchos inmigrantes ilegales que fueron introducidos de contrabando deliberadamente por Rusia y Bielorrusia están llegando, en particular desde Polonia».

En su opinión, no basta con el control de las fronteras exteriores de la UE y sugiere la introducción por parte de Alemania de controles sistemáticos en sus fronteras. La ministra alemana de Interior, Nancy Faeser, ha iniciado conversaciones con su homóloga suiza, Elisabeth Baume-Schneider, para el establecimiento de mayores controles. Para ello se fortalecerá y reestructurará la Policía fronteriza alemana y se ha acordado además una nueva línea de cooperación con la Policía del estado federado de Baden-Wurttemberg.

Los agentes Frank Malack y Nadine Mudra patrullan a diario la frontera entre Alemania y Polonia desde un helicóptero biplaza. Cuando detectan un movimiento sospechoso de personas, a las que los traficantes dejan cerca de la frontera para que pasen a pie por su propia cuenta y riesgo, advierten a la central, que envía vehículos terrestres.

Pero este verano sucede a menudo que todos los vehículos han sido ya movilizados y no les queda otra que observar cómo los inmigrantes ilegales, a menudo solo con lo puesto, entran en territorio alemán poniendo su vida en peligro, al cruzar zonas boscosas de vegetación muy densa y dominio de animales salvajes como el oso gris.

En la lucha contra la inmigración no regulada, el presidente regional de Baviera, Markus Söder, es partidario también de controles fronterizos más estrictos. Su propio balance de seguridad fronteriza es positivo: «80.000 impactos, entre traficantes de personas, traficantes de drogas y otros delincuentes graves», presume, pero aún así desearía controles de identidad fijos en las fronteras del espacio Schengen, al que pertenecen 26 países europeos.

Alemania ha estado controlando Baviera en la frontera con Austria desde el otoño de 2015, acogiéndose a un supuesto de excepción que recoge el Tratado, después de que decenas de miles de refugiados y otros inmigrantes se dirigieran desde Grecia a Europa Occidental a través de la ruta de los Balcanes durante la denominada crisis de los refugiados.

Solo la ministra federal de Interior, Nancy Faeser, puede ordenar y extender tales controles en Alemania. Los ministros regionales de Interior de Sajonia y Brandeburgo han estado presionando durante mucho tiempo por controles estacionarios en sus fronteras como los establecidos en Baviera, pero Faeser alega que «levantar barreras nuevamente nos haría retroceder décadas».

Lo cierto es que no existen estudios de demuestren la efectividad de esos controles estacionarios. Un dato que permite un esbozo de esa efectividad es que la policía envió de vuelta a Austria a casi 15.000 personas el año pasado. En las fronteras con Polonia y la República Checa, sin embargo, no existe tal oportunidad legal. Si la policía detiene a una persona que ingresando ilegalmente en el país, generalmente se acepta su entrada y se la remite a un centro estatal de recepción inicial.