Ana Cristina Portillo y Santiago Camacho se dan el 'sí, quiero' en una mágica boda en Jerez

Ana Cristina, acompañada por su padre, el fotógrafo gaditano Fernando Portillo, hizo su entrada triunfal en un lujoso vehículo a las 11:30 de la mañana. La expectación era palpable entre los invitados, que esperaban con ansias ver el estilismo de la novia. Y no defraudó. Vestida de muselina de seda, obra del afamado diseñador Jorge Acuña, la novia deslumbró con un look nupcial único, destacando por su elegancia clásica pero con un toque contemporáneo. El vestido, diseñado por Jorge Acuña, lucía un escote asimétrico y con una espectacular capa que nacía de sus hombros, aportaba un aire de realeza que dejó a todos boquiabiertos.

El lugar elegido para la ceremonia no fue casual. La Catedral de Jerez ha sido un espacio muy especial para Ana Cristina, ya que allí fue bautizada y celebró su primera comunión. De esta forma, el enlace no solo fue un evento social de gran envergadura, sino también un tributo a su propia historia familiar.

Tras la emotiva ceremonia, los recién casados y sus invitados se dirigieron a la finca Santiago, un lugar lleno de recuerdos para la familia Domecq-Williams. Esta majestuosa propiedad ha sido escenario de bodas anteriores, incluidas las de las hermanas de Ana Cristina, y es también donde ella misma pasó gran parte de su infancia. El banquete, celebrado en los jardines que rodean la finca, fue una velada íntima, donde los novios pudieron disfrutar de la compañía de sus seres queridos en un ambiente cálido y relajado.

La boda de Ana Cristina Portillo y Santiago Camacho no solo destacó por su elegancia y glamour, sino también por su toque profundamente personal, dejando claro que, a pesar de la pompa, lo más importante para los novios fue compartir este día con quienes más aman, en un lugar cargado de significado.