Rocío Carrasco, sobre la viuda de su padre: «Para mí Raquel Mosquera no existe»

Fue la última vez que le vio con vida. «El título más importante de mi vida es el de ser el padre de mi hija . Ella de pequeñita siempre ha estado muy unida a mí. Y yo a ella». Así hablaba Pedro Carrasco con María Teresa Campos cuando ya no se hablaban, cuando el silencio y la distancia no tuvieron marcha atrás. En la docuserie, Rocío ha confesado que la razón de esa ruptura casi definitiva fue la decepción que sintió al ver cómo le fallaba la persona que más quería: su padre. Aferrada a esa disculpa, casi lo pierde del todo en vida.

Entonces un infarto detuvo el tiempo para siempre. La muerte prematura del boxeador dejó una herida que no ha cicatrizado: «No quiero recordar nada de ese día. Se fue mi padre, se fue mi niñez… Era locura con mi padre. Por mucho que me peleara, con él se fue un trozo de mí». Por si fuera poco, Rocío y Fidel fueron abucheados a la salida del funeral : «Para mí era más importante lo que dejaba allí que lo que pasaba fuera, porque eso era la expresión de la gente ante la imagen de mí». Y de esa imagen, de nuevo, hace responsable a su exmarido, Antonio David Flores : «Esa persona ha estado detrás de todo lo que me ha pasado. ¿Qué hizo? Promover esa reacción. Por eso digo que responde a la imagen que ha creado, junto con los medios de comunicación y su estrategia».

Ante ese dolor, las anécdotas de Raquel Mosquera («Para mí esa mujer no existe , sólo existe en lo que judicialmente se refiere»), como la referente a un reloj de oro perdido, Rocío aclara: «Ese reloj lo quería porque mi padre siempre lo llevó, con la inscripción del día de la boda con mi madre. Por eso lo quería».

La figura de Pedro Carrasco se engrandece con el recuerdo: «La muerte de mi padre la pude sobrellevar con el calor de mis hijos, que eran pequeños, y con el calor de mi madre y de mi pareja . Afortunadamente pude disfrutar de mi padre, un hombre que en su vida había conseguido todo lo que había querido. Era ley de vida, se tenía que ir… Y yo no podía sobrellevarlo de otra manera».