Penélope Cruz y Pedro Almodóvar, un matrimonio de cartelera

Penélope Cruz es una noticia con el pelo suelto, que es como decir que es muchas noticias en una: hijos, estrenos, hijos, reestrenos, Oscar y pósteres de la española que más mola. Hasta tiene la Insignia de Caballero de las Artes y las Letras , entregada en Francia. Ahora vuelve de reina de la cosa, en general, porque ha estrenado con Almodóvar, en Venecia. Ha sido un resplandor. Penélope funciona mucho por el mundo, pero es una primicia madrileña, de arranque, y también de final, porque ella es de aquí, y los del pueblo gustamos de estar siempre muy al loro. Almodóvar ha descubierto en ella una novia para toda la vida, y ella en Pedro tiene a un consorte otro, más allá o más acá de Bardem. Son un matrimonio de cartelera, Pedro y Penélope. Dicen los que dicen que saben que Penélope ha hecho en esta última película de Almodóvar su mejor papel. Pues igual sí. Pero ha hecho muchos buenos papeles. Y algún bodrio, pero tiene carrera. Aquí, a menudo, los malvados, que son también malvadas, han querido abreviarla en Pe, con ironía fácil de chismosos, pero Pe es Penélope Cruz, el nombre de la chica de Alcobendas que posaba con un Oscar propio, entre Kate Winslet y Sean Penn, para la foto histórica y planetaria del momento. En su día, Woody Allen vio en Penélope un voltaje erótico, mayormente cuando va despeinada de melenón salvaje y libre de escotazo de chica bien merendada. Eso mismo ya lo vio, hace tanto, Fernando Trueba, y Bigas Luna, todavía antes. Hay quien se empeña en ver a Penélope solo de protagonista de portada, pero por encima o por debajo de estos carteles de la fama, va su carrera de actriz, de la que se habla poco, o se habla menos. No es fácil salir del barrio madrileño, como ella, con solo un hatillo de ilusión, y acabar posando pronto, con naturalidad escalofriante, junto a Bob Dylan. Yo la frecuenté, antañazo, y venía siempre reatareada de carpetas, guiones, apuntes y más artesanías del bachillerato de sí misma, que era más o menos lo que estudiaba. Era como quedar con tres estudiantes en una. Le hice sus primeras entrevistas de chica sin más curriculo que un videoclip, y sin más noticia que su pelo en llamas y su espíritu en fiesta. Supe rápido que iba a llegar. Lo que pasa es que ha llegado hasta plantarse junto a Sofía Loren para recibir un Oscar. Yo le sacaba siempre el tema de sus urgencias extremas, y ella siempre me salía con lo mismo:

-Tienes razón. Parece que voy a apagar un incendio.

Solo Antonio Banderas y ella pasean por las alfombras de Hollywood como por una fiesta en la Puerta del Sol. Antonio se ha hecho rico sin necesidad de convertirse en Rambo y cambia de rubia como un atleta. Penélope tampoco ha parado, y aquí las jóvenes de su gremio, y de otros, quieren ser como ella, aunque no lo digan. La chica de Alcobendas agradece insignias de oro en francés, convence a Woody Allen, enamora a Trueba, da a Pedro el Oscar con un grito, lo acompaña en Venecia, y vuelve de reina del cotarro, aunque eso nunca lo dejó. Todavía parece que va a apagar un incendio.

Sara Carbonero y Kiki Morente serán la pareja del verano en este otoño.

Está ahí Kiko Matamoros amagando con irse de la tele, con no irse. Y de eso hacen mucho chisme los suyos, que no son nada suyos, por cierto. A Kiko, no solo ahora, le han dicho de todo, menos temerario. Yo creo que Matamoros es un temerario, pero no por lo que ahora diga o haga, sino por su afán de riesgos, en general, por su oficio de fijo pirómano, por su arte de chulerías. Anda al tanto de la literatura de ahora, y de siempre. No me tendrá enfrente. Conoce las reglas del fuego.

Georgina Rodríguez ha triunfado en el Festival de Venecia, donde se enseña como la única famosa que no es actriz. Georgina ha terminado trabajando de Cristiano Ronaldo. Como él, ahora se emplea en el fútbol, solo que en el fútbol de pasarela. Es un Cristiano Ronaldo con sujetador, y del Manchester, como el novio, sólo que del Manchester de grada. La musa de Cristiano trabajaba en una tienda de ropa, en Madrid, y ha acabado siendo ella el escaparate entero de sí misma.