La otra cara de ser influencer: críticas feroces y problemas de salud mental

Dulceida, con casi tres millones de seguidores, se ha retirado. Descubrimos que no es todo tan idílico como muestran

Paul Ordovás GTRES

Viajes a lugares paradisíacos, alojamientos en hoteles de ensueño, invitaciones a las fiestas más cotizadas del mundo, ropa de las firmas más exclusivas... La vida soñada que muchos querrían tener es la que muestran muchos ‘influencers’ día a día en sus redes sociales pero, como ... suele suceder, no es oro todo lo que reluce. Tras esas imágenes idílicas hay horas y horas de arduo trabajo, jornadas maratonianas de sesiones de fotos y días alejados de sus familias. Una exigente rutina, como la de muchos otros trabajos, a la que se le añade la sobreexposición mediática a la que se enfrentan a diario con constantes, y muchas veces feroces, críticas que acaban por hacer mella en su salud mental.

Aida Domènech, más conocida como Dulceida , ha sido la última en abandonar sus redes sociales –y fuente de ingresos– para recuperarse. «Hoy hago un parón, hoy me voy. Necesito reconstruirme, abrazarme y cuidarme para volver. Me siento perdida y necesito encontrar el camino para recuperar mi alegría y volver a reconocerme», contaba hace tres días a sus cerca de tres millones de seguidores en Instagram. Afectada recientemente por la muerte de su abuela, se le suma el acoso constante que dice recibir por su relación con Alba Paul .

Dulceida GTRES

Lo cierto es que no es la primera ni tristemente será la última. Días antes era la mujer de Risto Mejide, Laura Escanes , la que decidía hacer un parón. «No puedo fingir que soy fuerte siempre», expresaba, además de admitir que había pasado épocas mejores. Misma situación que han atravesado otras muchas y que han necesitado desconectar para volver con más fuerza que nunca.

Laura Escanea GTRES

En mayor o menor medida todos acaban resentidos por algún comentario, como así apunta la periodista e influencer Paula Ordovás . «Si estás pasando un momento malo y encima tienes que aguantar que todo el mundo opine sobre tu vida... somos personas. Hay días que te levantas mejor y otros peor y si ese día justo te critican, ya te dejan tocada», explica, reconociendo que en alguna ocasión se llegó a plantear si verdaderamente merecía la pena su trabajo. En su caso no lo duda aunque admite que si en algún momento necesita dejar las redes, lo hará.

Una red de apoyo

Recalca que además la pandemia ha pasado factura a todos, no solo a los ‘influencers’: «Hemos perdido seres queridos, trabajos... Esto nos ha hecho priorizar y dar un giro a nuestra vida». A diferencia de Dulceida, ella tuvo un problema de salud físico que prefirió contar cuando ya estaba superado. No quería ser juzgada ni criticada en ese momento tan vulnerable. «Seguí haciendo la vida de cara a las redes sociales como si nada pasase», dice. Admite que el deporte y su red de apoyo (su marido y su equipo de trabajo) son su salvavidas en los malos momentos en los que duda prácticamente hasta de su nombre a la hora de publicar algo en las redes sociales: «Todo es mirado con lupa. Hay que tener cuidado y cabeza porque podemos ser juzgados y también podemos influir en alguien. No es algo que me cree ansiedad, pero sí mucha presión», confiesa Ordovás, que cuenta con 547.000 seguidores y es una de las más cotizadas del mercado.

Impermeables

Como consejo para todos ellos, la psicóloga Ana Villarrubia , que acaba de publicar su libro ‘Aprende a escucharte’, les recomienda que se vuelvan impermeables. «Hay que hacerse a la idea de que estás proyectando un personaje que no eres tú ni para lo bueno ni para lo malo», explica. A su gabinete acuden importantes rostros conocidos a los que les traslada este mismo mensaje para ayudarles con la sobreexposición y los problemas de salud mental derivados. «Aunque seas la persona más robusta del mundo, las críticas te hacen mella. Si lees 97 comentarios favorables y tres críticas, te quedas siempre con estas últimas. Cualquier persona acaba cayendo», reconoce.

Además de que opina que los ‘influencers’ solo muestran una pequeña parte de sus vidas, la parte idílica, que es la que vende (como así lo avalan varios estudios), también cree que como usuarios de redes sociales tenemos también cierta responsabilidad. «Como desahogo buscamos por un lado que muestren esa cara más amable aunque sea impostada y además tratamos de proyectar fuera, sobre los que admiramos, nuestras frustraciones. Criticamos todo aquello que anhelamos», sostiene.

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