Casa Sr. Ito, una taberna fina hija de España y de Japón

La primera nota la da la decoración, surgida de la mezcla de mercadillos locales y recuerdos japoneses que ha construido uno de los propietarios del grupo y alma máter de este proyecto, Iban González. Así, tanto la barra como el reparto de mesas altas y bajas del local se visten con lámparas de cristal desaparejadas, cerámica castellana, murales, mobiliario variopinto y objetos rescatados del Rastro, traídos del otro lado del mundo o adquiridos en internet.

En Casa Sr. Ito hay que abandonarse. Si bien el hilo conductor japonés es palpable, los platos de su contenida carta -un puñado de entrantes y de raciones, baos, nigiris y gyozas, más postres- invitan a una comida o cena ligera compartida y en la que la excusa, el encuentro, la pausa o el disfrute, es también el motivo.

Los sabores son alegres y, aunque variados, no enmascaran el producto. Triunfan su gilda de pescado, anguila, encurtidos y katsuobushi (5,50 euros), la croqueta de jamón con sichimi como condimento (4,50), la tapa de zamburiña con chip de alga nori (3,80), su brocheta de pulpo al Kamado con papa arrugada y mojo verde (12), el bao de calamares (6,50), la gyoza de rabo de toro (7, dos) y por supuesto su interpretación particular del 'confort food' japonés: el katsu sando, un sándwich de carne, en su caso un costillar a baja temperatura con salsa tonkatsu (15). De postre, Casa Sr. Ito se la juega a helados, mochis y un refrescante plato de coco, maracuyá y menta (7).

En el apartado bebidas, que en esta coqueta taberna 'japocañí' tiene igual peso, hay una interesante oferta de sakes por copas (desde 5,50) y cervezas japonesas (desde 2,50). También, vino, vermú, manzanilla, espumosos, copas clásicas y destilados japoneses.

Ito era el nombre del japonés con el que González trabajó en el desaparecido restaurante Samurái. El juego de palabras le vino al pelo para indicar el ánimo juguetón de su negocio, que inició en 2016 con Sr. Ito, en Chueca, su sala más exitosa.