Doménico Chiappe: «Para mí, Madrid es un acuario, un lugar donde ver las diferentes especies»

Pasó por Venezuela, por Barcelona. Y de nuevo ya en Madrid, en La Latina, por esas casualidades de la vida de quien lleva la vida a hombros (sic). Chiappe nació en Perú, pero también vivió en Venezuela, con todo lo bueno y lo malo que aconteció en ese país. Tiene, entre su extensa bibliografía, una obra que llama la atención por lo duro; 'Largo viaje inmóvil'. Su forma de conquistar una ciudad no es la de la ilusión de las vísperas, sino que él nunca ha esperado que esta ciudad, ni ninguna, le fuera a dar nada. «Al cabo, nada espero», que diría Machado. Quizá porque hay que tener una mínima «mínima esperanza». Su libro 'Tierra de extracción' está reconocida como una de las mejores obras de la literatura digital.

Escribe en los regionales de VOCENTO y lo hizo también en el 'El Nacional' de Venezuela y en el 'TalCual' de Caracas, que ayudó a fundar. Como buen latino probó Barcelona, muchos años después del bum, pero se dio cuenta de que, bien mirada, Madrid es una ciudad que tiene que ser contada sin la pretensión o el peso de escribir la gran novela. En cambio, es marca de la casa del autor conocerla (una capital, una nación) por «las buenas o por las malas». Habla calmo, va fijándose en la vida urbana, que no hay otra forma que filtrarla que la propia crónica periodística, el género literario que más le va para zambullirse en estas aguas tan revueltas.

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—Antes de anclarse aquí, pasó por Barcelona, también por la capital, hasta que vio este faro de costa. 

—Pues cuando emigré aquí, la primera vez que vine fue en octubre de 2001. Luego estuve por Venezuela, de nuevo. Y por Barcelona. Oficialmente, me instalé en 2022.

— Y usted, ¿qué vio en estas calles?

— A mí me acogió una amiga escritora que estudió conmigo en la universidad en Venezuela y me instaló en su piso en la calle del Mediodía Grande, en La Latina, cerca del mercado de La Cebada. Y estuve allí, y ese fue mi primer contacto con Madrid. Era en la época en que había termómetros en cada esquina y las calles estaban más adoquinadas de lo que están ahora.

—Estudió Oceanografía, es el primero en esta sección, y sin embargo vive en seco. Explíqueme. 

— Cuando cuelgas el tanque ya no bajas más las profundidades, ya hace años que no bajo mucho. Ahora solamente hago 'snorkel' y cosas de esas. Se lleva bien, lo que se lleva mal aquí es el polen. Y supongo que como oceanógrafo y como reportero miras mucho las profundidades de Madrid.

—Habrá criaturas abisales en esas profundidades. Eso, como reportero, ¿cómo se lleva? Quiero decir, aguantar la presión del agua y ver esas criaturas abisales a las que me he referido. 

—Sabes que cuando te sumerges, cuando estás empezando a sumergirte, a bucear, a aprender todo esto, hay como dos personalidades, ¿no? Está la personalidad del depredador, que es el que baja, el que busca la pesca, el que busca los tesoros. El que mata, ese tipo de cosas. Luego está la otra personalidad que es la del observador que puede quedarse en un acuario mirando todo el ecosistema en un metro cuadrado, sus simbiosis.

— ¿Madrid es un acuario? Insisto. 

— Para mí Madrid sí que es un acuario. Es un cristal gigante donde ver la riqueza de las especies.

—Un latinoamericano frente al acuario madrileño. Es casi un texto de Breton. Hablemos del madrileño.

—El madrileño es más bien rudo comparado con las maneras latinoamericanas. Pero sí que hay una amabilidad interior de acogerte. Y eso se agradece, porque no hay que confundir las maneras con la forma de ser. Luego está la solidaridad del madrileño, que va más allá de cualquier cosa política.

—Y Madrid, al otro lado del 'charco', tendrá fama. ¿De qué?

—Yo creo que Latinoamérica se inclina más por Barcelona. Por cuestiones culturales que van desde el fútbol hasta la literatura. Pero Madrid, cuando ya se conoce la realidad, más allá de los estereotipos y los prejuicios, creo que supone Madrid es un atracción.

—La gran novela madrileña. ¿Mito, camelo, verdad...?

—Sí, como la gran novela latinoamericana. Pronto voy a cumplir la mitad de mi vida residiendo en Madrid. He escrito de Madrid, una novela solamente sobre Madrid. Yo creo que la gran novela madrileña, en todo caso, y si la estoy escribiendo, la estoy escribiendo a través de los reportajes y de la cantidad de testimonios de quienes contamos su vida cada semana, cada dos días, cada tres días. Yo creo que sería más como una gran crónica, una novela en forma de reportaje. La gran novela madrileña sería esa novela de crónica en la que vas recogiendo las diferentes personalidades, los diferentes dramas, las diferentes formas y estilos de vida. La gran novela de Madrid sería una novela de crónica. Sí.

—Bajemos a los placeres. Cuente...

—El ambiente, los clubes, que sea una playa sin costa. Lo que ahora mismo me gusta más de Madrid son las cantidades de clubes de jazz. Hay en como diez que abren hasta el amanecer

—Última pregunta. ¿La capital puede decepcionar?

—Para que te decepcione tienes que tener una esperanza, una ilusión. Yo no esperaba que me diera nada Madrid ni ninguna ciudad. Uno llega a un sitio y busca conocer por sí mismo las cosas por las buenas o por las malas. Así he hecho siempre.