Edu Galán: «Madrid es una ciudad que no para de equivocarse y, a la vez, de enmendarse»

Cita en un bar típico, cerrado, y de ahí callejea por su primer Madrid, cuando pinchó como tocadiscos para sobrevivir. Madrid puede ser dura, evidentemente, pero él, asturiano y amante de lo verde, ha hecho de todo.

Desde la 'Mongolia' más ácida al ensayo, de ahí al televisor y la literatura, siempre, en el frontispicio de su oficio, que es uno, el de escritor en Madrid pero que se multiplica. La capital le ha dado un hijo, y la misma capital, también, un cogollito de gentes diversas que, a través de la entrevista, ha conocido. Con todo, lo que más le fascina es ese ramalazo ibérico de la urbe, cierto aire de pueblo, pese a los problemas de toda gran ciudad que son inevitables.

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—Un asturiano, en Madrid, que ha hecho de todo. Cuénteme eso, su 'conquista' de la capital. 

—Terminé Psicología, me emplearon en trabajos de chichinabo. Yo ya colaboraba con 'La Nueva España' pero en Oviedo no veía futuro, así que me vine a estudia un máster de Comunicación y Marketing y empecé a trabajar en recursos humanos.

—Y vino de Oviedo convencido, me queda claro. Pero el momento exacto de llegar me interesa. A usted también, creo. 

—Ese primer Madrid era la Estación Sur de autobuses, de donde siempre partía y ahora llegaba. ¿Fue un impacto?, sí, pero Madrid no me arrasó con veinticinco años.

—Porque esta ciudad puede arrasar a los más mansos.

—Muchos amigos de Asturias volvieron a casa por eso, porque les arrasó. A mí me pasó lo contrario. A mí no me desgastó porque en parte Madrid es como yo. Madrid es dura, sí, pero a quien le vence, creo, es porque no la ha pateado lo suficiente.

—Oiga, ¿escribir en Madrid es llorar?

—No, para mí escribir en Madrid es pensar.

—En qué piensa. 

—Pienso, por ejemplo, que Madrid es una ciudad europea con los mismos problemas de este Occidente tan globalizado y, sin embargo, mantiene la esencia ibérica de un pueblo. Esa combinación es perfecta. Y lo de llorar, yo no sé escribir para hacer llorar, y hay maestros en ello. Yo, cuando creo que alguien se va emocionando con algo que escribo, voy y suelto una gilipollez

—Luego está su faceta de periodista en la Villa y Corte...

—Mira, a mí el columnismo y la entrevista me permiten conocer a la jungla humana, famosos y desconocidos. Y hacer entrevistas por la calle, que es algo que limpia la sangre.

—Y esa jungla humana matritense, ¿es cachonda?

—Madrid es muy cachonda en cuanto al humor. El problema es que yo hago un humor más satírico, más político, ahora que está todo muy polarizado en una ciudad con un claro signo político. Creo que deberíamos vivir con menos polarización, pero parece que ese estigma está escrito en el signo de los tiempos.

—Son ya casi veinte años aquí, le pregunto si la ciudad ha cambiado y si le ha cambiado. 

—Sí, de hecho, yo creo y puedo decir que aquel primer Madrid era muy diferente. Todavía había cines en la Gran Vía, estaba la ciudad menos franquiciada.

—¿Hay que mirar a Madrid, a aquel Madrid, con nostalgia? En Instagram me salen fotos de hace diez años y la sensación es que era otra época distinta.

—Cambia todo tan rápidamente que no se puede mirar nada con nostalgia, aunque aún miro a aquella ciudad con cariño. Porque, pese a la evolución, Madrid es una ciudad que no para de equivocarse y, a la vez, de enmendarse.

—Igual es ésa su esencia. 

—A mí lo que me fascina es que sea tan hiperactiva y tan cambiante. Eso permite el olvido, el reinicio. En provincias, el que es lechero es lechero para toda la vida. Aquí no, aquí siempre hay segundas oportunidades. Ana Ozores, la Regenta, se equivocó y lo pagó. En cambio, como te he dicho, en Madrid puedes enmendar y reiniciarte. Siempre.

—Su mejor momento en Madrid.

—El nacimiento de mi hija el año pasado.

—¿Con quién se ha cruzado en este pueblo, dejando de lado lo familiar, que le haya dejado huella?

—Tendría que nombrar a Darío Adanti. Y pensamos que un proyecto de revista satírica como 'Mongolia' podría cuadrar en Madrid.

—En parte me ha contestado antes, pero ¿Madrid admite la sátira?

—La sátira es complicada en todas partes. Pero es que, claro, su objetivo es ser brutal. El humor está abierto a todo el mundo. La sátira no. Es una incomprendida. Desgraciadamente, la sátira obtiene su culmen cuando los terroristas asesinan a la redacción de 'Charlie Hebdo'.

—Bueno, hace sol, estamos con aire condicionado. Vamos a lo positivo. A lo positivo de esta ciudad. A algún rinconcito. 

—Me encanta la plaza del Conde del Valle de Suchil. Es un remanso de paz. Hay un monumento a 'La Cabina' de Mercero que es lo mejor. Además, aprovecho para pedirle al alcalde que la zona de los niños esté mejor cuidada.

—¿Cuál es el garbanzo negro capitalino?

—El exceso de asfalto. La remodelación de Sol incide en ese problema. Y la plaza de España necesita más árboles.