Sánchez se abre ahora a que el fracaso de los Presupuestos tenga consecuencias

Pedro Sánchez ha decidido cambiar de estrategia y presentar, esta vez sí, tras dos años de vacío, las cuentas públicas, aunque no tenga asegurada su viabilidad parlamentaria. «Es una decisión del presidente», resuelven fuentes de Hacienda, deslizando que se trata de un movimiento de calado político, más allá de la capacidad real de que acaben prosperando. El jefe del Ejecutivo dio este paso al frente, pero, a continuación, aseguró que su eventual fracaso en las Cortes no tendría un impacto directo en el acortamiento de la legislatura.

Esto es, si el Congreso rechaza las cuentas no habría un adelanto electoral. Este mensaje, que resta incentivos a los socios para apoyar el proyecto presupuestario, también pretendía quitarse presión en la negociación con estos mismos grupos. Acordar es ceder y si el abismo de unas elecciones está presente, el Gobierno tendría que transigir ante sus aliados para retener el poder.

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Con estos elementos encima de la mesa, Sánchez abre ahora un nuevo escenario. En conversación informal con los periodistas durante el Día de la Constitución deslizó que una eventual derrota puede tener consecuencias. «Si se pierde, ya veremos los efectos», aseguró. Un cambio de tono respecto a su determinación inquebrantable de seguir adelante. El Gobierno prepara estas cuentas públicas como un programa electoral, un compendio de prioridades de legislatura que retrate, si fracasan, la oportunidad perdida para el país y a los partidos que han promovido su naufragio.

En Hacienda son conscientes de las dificultades. No hay mayoría mientras persista la ruptura con Junts y fuentes del entorno de la vicepresidenta primera y ministra del ramo no ocultan que «los Presupuestos estarán preparados para cuando haya una ventana de oportunidad para aprobarlos».

Esta ventana de oportunidad tiene nombre y apellido: Carles Puigdemont. En La Moncloa creen que su regreso a España, con la aplicación efectiva de la amnistía, es la baza política para el desbloqueo de la legislatura. «Está desesperado por volver», aseguran fuentes gubernamentales, que consideran que hasta que no vuelva a Cataluña no acabará de reconfigurarse el espacio de Junts. «No van a dar ninguna señal hasta que él [Puigdemont] vuelva y pulse el ambiente», solo entonces, señalan, «tomarán decisiones». «Son muy difíciles», se quejan en La Moncloa sobre sus interlocutores en la formación posconvergente, donde se encuentran —además— atenazados por una situación de debilidad.

En el Gobierno creen que la «pérdida de fuerza» de Junts se debe a la mala gestión política que han hecho y no tanto a la ausencia de su líder. «La burguesía catalana está con [Salvador] Illa», dicen, como muestra de que esta es «su principal fuga». En el entorno de Sánchez se abonan a la «persistencia» y a la «paciencia» con la formación de Puigdemont y confirman que, pese a los últimos gestos, «no hay contactos».

La hoja de ruta del Gobierno pasa por seguir llevando cosas al Congreso de los Diputados que sean susceptibles de conseguir su apoyo, que «les seduzcan», e ir abonando el terreno para que sobre el mes de abril pueda desencadenarse el regreso del líder de Junts a España. La percepción que tienen desde La Moncloa es que a los socios les interesa que haya legislatura y reniegan de un final abrupto. «Si las elecciones fueran en marzo, ya tendríamos que estar con las pilas puestas y no es así», despacha un miembro del Gobierno.

La sensación que Sánchez quiso proyectar durante la jornada en el Congreso y en contacto con los medios fue de resiliencia. «Me lo tomo con deportividad», dijo, ante los continuos escándalos que impiden que el Ejecutivo lleve la iniciativa política. Desde La Moncloa trasladan que siguen existiendo «motivos» para continuar, porque hay fondos europeos por ejecutar, porque suponen el único reducto de poder socialdemócrata en Europa y porque tienen que seguir desplegando una agenda de medidas sociales.

Toda una panoplia de argumentos que quedarán en un segundo plano si surge la oportunidad de dar un giro de timón y anticipar las elecciones. De momento, esa ventana de oportunidad no se ha abierto. El ciclo electoral adverso al que el PSOE se enfrentará en las próximas semanas y meses anticipa más amenazas que ventajas, pero la gestión que se haga de los resultados y una imagen de un PP ligado a Vox ya fue la palanca para llamar anticipadamente a las urnas en 2023.